Santo Domingo.- Después de hacer un aporte consistente y respetable en cualquier área, el retiro se asume con felicidad, con la satisfacción del deber cumplido.
Es crucial abrir las puertas a nuevas generaciones y no convertirse en un muro de contención que impida el relevo generacional.
Querer estar presente e influir toda la vida, aunque nuestras ideas se hayan vuelto anacrónicas, es una exposición riesgosa para la reputación.
El retiro debe ocurrir en el apogeo, cuando fluyen los reconocimientos y los honores. Retirarse derrotado, sufriendo la angustia de un intento de retorno, es lo peor.
Retirarse a tiempo da la oportunidad de usar la experiencia para consultorías en la sombra, detrás de escena, que son quizás más satisfactorias que el trajinar público.
Retiro no significa inactividad, tampoco inutilidad, sino pasar a otro plano, probablemente más sublime, más iluminado, abriendo caminos para otros.
Sin ánimo de degradación, en la campaña política actual tenemos líderes con extenso recorrido buscando vigencia. No me refiero sólo a los candidatos.
Cuando los veo en la televisión o los escucho en la radio con sus ideas otoñales y procedimientos anclados en el pasado, me da mucha pena.
Hay que renovar las estructuras políticas y eso debe pasar una vez termine este proceso electoral. Sangre nueva, nuevos aires.
Este mensaje es para políticos, empresarios, intelectuales, activistas, periodistas y todo tipo de liderazgo.
El retiro a tiempo es un acto de decencia, es dialéctico y es una palanca de desarrollo
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