SANTO DOMINGO.- Ante el conflicto bélico que eclosiona en Europa del Este, el Gobierno dominicano hace bien en preocuparse y ocuparse.
Alinear al equipo económico oficial es clave, pero también lo es hacerlo con todas las fuerzas vivas del país.
Señales de peligro se levantan desde el punto de vista económico y también en lo concerniente a la seguridad global, a la vida existente en este planeta.
No hay lugar para levantar discursos apocalípticos y explayarse acerca de la fatalidad iniciada este jueves que pudiera abrir puertas a una conflagración global.
Pero sí es necesario decir que debemos prepararnos para lo peor, porque en un mundo globalizado todo se interconecta y una tos en la lejanía es un resfriado en la cercanía.
Poco hemos ido superando en el plano local todo lo que la pandemia COVID-19 nos dejó y ahora surge otra amenaza.
Una amenaza que, desde mi punto de vista, decreta la necesidad de que la humanidad revise su calidad, especialmente la humanidad política y el poder militar.
Tantas cumbres por la paz, por la sostenibilidad, por el ambiente, contra el hambre y la pobreza y tan proclives que somos a la destrucción, anteponiendo los egos.
Mi esperanza es que nosotros asumamos este tema con sentido de nación, con sensatez, no intentando pescar el río revueltos (por simple interés politiquero) con lo que se nos viene encima, que será mucho.
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