El sargazo ya no es un problema estacional, es una amenaza real para el turismo del Caribe y de la República Dominicana.
El sargazo se ha convertido en una catástrofe ambiental y económica que amenaza el corazón del turismo caribeño.
Y la amenaza no es solo económica, la soledad de las playas, el olor penetrante, la imagen deteriorada proyectan un riesgo de largo plazo. En República Dominicana, donde el turismo representa el 16% del PIB, ya se han recolectado más de 44 mil toneladas en lo que va de año. El fenómeno no es nuevo; desde 2011 se detecta el aumento masivo de estas algas, con una explosión en 2015 que impactó a Cancún, Punta Cana y Barbados.
Por eso se requiere con urgencia una estrategia de Estado, una política pública que transforme el sargazo de plan en oportunidad. Si no lo hacemos, el costo será la pérdida de nuestro principal activo económico y reputacional, que son las playas dominicanas. Hasta la próxima.