SANTO DOMINGO.- Escucho ciertas alarmas en algunos sectores desde que la Dirección General de Alianza Público Privada planteó un posible esquema de participación del sector privado en la gestión de las empresas distribuidoras de electricidad.
Se habla de tener cuidado con la enajenación de activos y hasta se pone sobre la mesa un supuesto fracaso del sector privado gerenciando las EDES.
Otros alertan también, con tono alarmista, sobre una posible venta de las acciones del Estado en los parques de generación ITABO y EgeHaina.
Personajes más arriesgados en la opinión insisten en propalar la especie de que los activos eléctricos del Estado fueron presuntamente regalados en el proceso de reforma y capitalización de la empresa pública.
Nuestro sector eléctrico no sólo está lleno de fallas, desde el ala pública, sino que también está poblado de mitos, historias urbanas y fantasías de mentes calenturientas.
Aquí no hubiese un bombillo encendido sin la capitalización de los años 90.
Bajo reglas claras y acuerdos bien estructurados, no hay que satanizar la participación del sector privado en los intereses eléctricos estatales.
Contamos con empresas de la industria eléctrica que están escribiendo historias de éxito, de innovación, transformación y rentabilidad.
¿Por qué despreciar esa experiencia que nos puede ayudar con un cambio cultural y quitar un peso de encima a las finanzas públicas?
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