El desgaste es natural en todo gobierno y más cuando se extiende más allá de un periodo como es el caso de la administración de Abinader. El gobierno del PRM inició en 2020 con una extensa luna de miel impulsado por el cansancio de la gestión anterior y la ilusión de un cambio. Ese impacto fue tan significativo que la reelección ocurrió sin contratiempos.
Sin embargo, al iniciar este segundo periodo comienza a sentirse cierto agotamiento en el ambiente. Es inocultable y el gobierno no puede ignorarlo. La curva de exigencia social subirá y eso demanda respuestas contundentes.
Abinader tiene que dar un golpe de timón. Es el momento de refrescar su equipo y desarrollar nuevos planes de acción. La sociedad espera caras nuevas, ideas frescas y sobre todo resultados.
Ineficiencias y escándalos son razones más que suficientes para realizar cambio. Enero sería un buen momento para dar ese paso justo al iniciar el año. Si no se actúa ahora, el riesgo de que la decepción social crezca y gobernar en ese contexto es una tarea cuesta arriba.
El reto no es solo del presidente sino también de los aspirantes presidenciales del PRM. Cómo conectar una ciudadanía más exigente y a la vez desgastada. La respuesta está en actuar con valentía y dar el cambio que muchos esperan.
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