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Editoriales tocan nuestra sociedad hundida

El contenido de los párrafos que he citado de los editoriales de los periódicos, coincide con la opinión que tengo  respecto a la descomposición de la sociedad humana donde vivo.

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Explicación

1.- Luego de poner en circulación el libro: “Mi parecer sobre la sociedad dominicana de hoy”, auténticos amigos que lo han leído me han dicho que  por lo que expongo en el mismo, tengo un criterio rígido de la sociedad dominicana al analizar con severidad algunos asuntos del orden social del país.

2.-  A mis leales camaradas les he respondido que en lugar de rígido, fui muy blando en las opiniones que constan en la obra, porque el medio dominicano está peor que el que ahí describo.

3.- No tardó mucho tiempo para comprobar lo que sostengo en el referido texto, de lo estropeada que está la sociedad dominicana, evidenciada por los hechos horripilantes que a diario ocurren,  como los que motivaron a diferentes medios de comunicación  a manifestar su preocupación y pesar. Veamos.

Esmeralda

“La muerte de la menor de 16 años, Esmeralda Richiez ha conmovido a la sociedad dominicana, no solo por la atrocidad del suceso, sino porque revela debilidades sociales estructurales más propias de una sociedad que se desmorona en sus cimientos, que de una que se encamina hacia la igualdad y el desarrollo”[1].

Descomposición, violencia y sociedad

“Las desgarradoras muertes de dos adolescentes, aunque en circunstancias diferentes, son claras expresiones de la descomposición de la sociedad dominicana expresadas en violencia, violaciones sexuales brutales, desintegración de muchas familias y la deficiencia de la educación”[2].

Una sociedad a la deriva

“Vivimos en una sociedad enferma de los pies a la cabeza. Se ha debilitado el sentido de la convivencia, lo que es un reflejo del descalabro de muchos principios y valores. El irrespeto o irreverencia a la ley y al prójimo tienen buena parte de la culpa. La escala para medir la preeminencia de esos valores se quebró hace tiempo. El líder del barrio no es el cura, ni el respetado maestro, ni el consagrado gestor social de las organizaciones comunitarias de antes o los exponentes de las buenas costumbres”.

“Ahora es el dueño del punto de drogas. Y, tras él, los que exhiben modelos de bienestar basados en dinero del tráfico, de los atracos callejeros, o los que han “triunfado” en la vida promoviendo letras y ejemplos de desacatos a las reglas morales de antaño. Vale más, a los ojos de una generación atrapada entre carencias e incertidumbres, pobreza y desempleo, el personaje que ostenta como un trofeo el dinero mal habido en francachelas de discotecas o movilizándose en un vehículo de “alta gama” en las calles de los sectores misteriosos”.

“Hasta la cultura misma ha perdido sus esencias, trastocando todos los conceptos del buen arte y la creatividad musical, folclórica y escénica, embardunados ahora por otras extrañas representaciones. El libertinaje sexual, los embarazos de niñas víctimas de abusos, la prostitución temprana, las bajas calificaciones escolares, la deserción estudiantil, la participación de adolescentes en crímenes, forman parte también de los síntomas de esta patología social”[3].

I.- Mi apreciación sobre los tres editoriales

4.- No tengo el gusto de conocer a las personas que escribieron los editoriales de los periódicos Diario Libre, La Información y el Listín Diario, del día lunes 20 de febrero, del año en curso 2023,  como tampoco sé cuál es su ideología.

5.- El contenido de los párrafos que he citado de los editoriales de los periódicos, coincide con la opinión que tengo  respecto a la descomposición de la sociedad humana donde vivo.

6.- No me creo ser cientista, sociólogo, politólogo, psicólogo, monje ni pontífice. Soy, pura y simplemente, un dominicano de carne y hueso, preñado de defectos y con escasa o ninguna virtud. Pero he vivido más de ocho décadas, compartiendo y tratando de conocer  a la gente de mi país.

II.- Personas buenas, en una sociedad mala

7.- En el ambiente nacional hay personas sumamente buenas, cargadas de nobleza, con mucha sensibilidad, pero como colectividad humana, la sociedad dominicana colapsó. En lo ético y moral está hundida.

8.- No es nada buena una asociación de personas viciadas, de odiadores, chismosos, mentirosos, corruptos, engañosos, descalificadores, envidiosos, simuladores, etc.

9.- En mi concepción ideológica,  no anido la idea de que para precipitar el proceso revolucionario hay que identificarse con el absurdo criterio de que “entre peor mejor”.

10.- He accionado en la política por convicción, no por resentimientos, porque  de ninguna manera me creo ser un ofendido por la sociedad donde por accidente nací, me he desarrollado y permanezco.

11.- Mi participación en la vida política ha sido procurando que la mía sea una comunidad sana, en la cual esté presente el bienestar de todas  y de todos. Pero mi país  es otra cosa, diferente al que he aspirado disfrutar  con todos mis comunitarios.

12.- No sería más  que un buen charlatán, si digo que la sociedad dominicana de hoy es por la cual muchos dominicanos y dominicanas hemos luchado y merecemos.

13.- Lo expresado en los editoriales que encabezan este escrito  es, lamentablemente, la realidad de la enferma sociedad donde estamos viviendo y que describo en el primer tomo  de Mi parecer sobre la sociedad dominicana de hoy, muy en particular  cuando desarrollo los temas: Algunos rasgos de la sociedad dominicana deteriorada; página 65. Nuestra sociedad al garete, sin respeto, página 78. La dominicana, una sociedad  asfixiante, página 112. La degradación moral de nuestra sociedad, página 120.  La sociedad dominicana, ¿sirve o no sirve?, página 371.

Ideas finales

14.- La sociedad dominicana,  desde cualquier ángulo que se analice,  se evidencia infecunda,  es inoperante; de ella no hay nada que esperar,  si continúa como hasta ahora; está inservible, y de insistir en mantenerla igual,  el resultado será vano.

15.- El pueblo dominicano se está moviendo en un medio social en el cual de  un momento a otro ocurre el ataque repentino, la ilegalidad imprevista,  la burla súbita  al  derecho a la vida y a los bienes. La sociedad dominicana de hoy luce huérfana de escrúpulos;  cada quien impone su  forma de  vida y costumbres; no vale probidad, comedimiento ni pudor.

16.- En nuestro medio no hay distinción entre el  hampón y el honrado, el corrupto y el honesto, el haragán y el laborioso, el farsante y el sincero. La moral de esta sociedad tiene tanta y tanta elasticidad que no exige buena conducta; se puede actuar como persona de rígido buen proceder, y ser un vagabundo de  pomposo actuar.

17.- Adecentar la vida pública en un medio social determinado entraña  mandar señales desde el poder político de que se impone que cada miembro de la  sociedad ha de   actuar acorde con las normas  de honestidad, probidad, integridad y absoluto decoro. De  lo contrario se estimula la indignidad, la deshonestidad y la completa indecencia.

18.- Al igual que en el cuerpo de una persona física afectada de debilidad crónica  se alojan con facilidad las más diversas enfermedades, en el organismo social dominicano se acomodan los vicios, las peores taras, los más despreciables oprobios  que puedan cobijarse en un reprochable cerebro humano.

19.- Aquí la maldad se  acepta con indiferencia, hasta el punto de que  difamar y deshonrar se ve como algo normal, como si se confundiera el elogio con la descalificación, y la  canallada con la nobleza, la perversión con la dignidad.

20.- Por el derrotero que vamos pinta mal; el camino que estamos trillando no nos lleva a buen destino; el comportamiento, la conducta que exhibe la generalidad de los dominicanos y las dominicanas no es nada halagüeña. El panorama es, lamentablemente, desalentador.

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