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Educación: la primera prioridad

En días recientes fue la ex Secretaria de Educación Jacqueline Malagón quien advirtió que el proceso educativo gira alrededor del docente, su capacidad y dedicación, advirtiendo las grandes lagunas que en este sentido acusa el sistema.

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En días recientes fue la ex Secretaria de Educación Jacqueline Malagón quien advirtió que el proceso educativo gira alrededor del docente, su capacidad y dedicación, advirtiendo las grandes lagunas que en este sentido acusa el sistema.

Y es ahora otra ex titular de la cartera quien la desempeñó al tiempo que la Vicepresidencia,  la doctora Milagros Ortiz Bosch,  al igual que la Malagón con amplio y meritorio historial en el campo de la instrucción, quien señala que al poner en vigencia la ley destinando el cuatro por ciento del PIB a la educación, debió considerarse la capacitación de los maestros como la principal prioridad, en vez de la masiva construcción de aulas.

“Tenía que acentuar mucho más la inversión en el campo de lo educativo puramente, y por lo tanto en la formación de maestros”, según expresa textualmente en la entrevista que le concediera al matutino El Caribe, bajo la firma de María Teresa Morel.

La doctora Ortíz Bosch en modo alguno resta importancia al amplio programa de construcción de las aulas. Obvio que contar con espacios físicos adecuados es un factor de importancia para la impartición de una mejor docencia.  Que muchos niños y jóvenes se quedaban fuera del sistema cada año por falta de suficientes aulas.  Y que no pocas de las existentes se encontraban en condiciones precarias y hasta ruinosas.

Pero por encima de cualquier consideración, no puede dejarse de tomar en cuenta que con buenas y bien dotadas aulas pero maestros deficientes, la docencia no logrará avanzar.  Son los maestros y no el aula  los que forman a los alumnos.  Estos siempre serán reflejo de la calidad de aquellos.   Y si bien se han logrado algunos avances, las pruebas a que se han sometido unos y otros, acusan todavía grandes fallos.

Quizás fue excesiva la  cruda afirmación de Jacq ueline Malagón cuando dijo que si se dieran de baja los que no están aptos para impartir docencia, las aulas se quedarían sin maestros.   Pero sería pecar de ceguera extrema no reconocer que es altísimo el porcentaje de los que carecen de la vocación, la aptitud y los conocimientos propios de la profesión magisterial.  Superar esa lamentable realidad debe ser considerada como primera prioridad tanto por el Ministerio de Educación como por la ADP.

A la luz de esa innegable realidad cobra especial relevancia la apelación contenida en el artículo que bajo la firma de Alfredo Cruz Planco aparece en la página de opinión del diario Hoy en su edición de este día donde exhorta a la ADP para pasar de las protestas a las propuestas, de la confrontación a la concertación,  de preocuparse por lograr la capacitación de sus miembros,  insertarse en la tecnología y evitar que cualquier motivo le sirva de excusa para suspender la docencia.

La ADP es un gremio y como tal se entiende que luche por lograr mejorías para sus miembros.  Pero no puede  echar en saco roto ni dar la espalda a la elevada cuota de responsabilidad social que implica la condición de docente.

 

Ojalá así se entienda y norme su accionar en lo adelante.

 

 

 

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