BEIRUT.- La producción del estimulante sintético «captagón» en Siria ha vuelto al tapete este año tras una serie de incautaciones en países como Italia o Arabia Saudí, pero la droga forma parte de su economía de guerra desde hace años gracias a la facilidad con la que se crea, de acuerdo con varios expertos.
En la conferencia virtual «Redes Transnacionales de Narcóticos», organizada hoy por el centro de estudios Atlantic Council, el analista Ian Larson explicó que en Siria no existe «el captagón como tal», que es en realidad una marca de fenetilina.
«Sin embargo, en el contexto sirio hay una droga ilegal llamada por este nombre que en realidad está compuesta principalmente por cualquier químico que esté disponible», explicó Larson, experto en Siria del Centro de Análisis Operacionales e Investigación.
LA RECETA DEL ÉXITO
Para el analista, la gran adaptabilidad de su fórmula y los conocimientos químicos «realmente rudimentarios» que requiere son unas de las razones para su proliferación en Siria, donde es producido a pequeña escala y también de forma «industrial», en este caso con presuntos vínculos con el Gobierno sirio.
James Walsh, vicesecretario adjunto del Buró de Narcóticos Internacionales de EE.UU., coincidió en que el «captagón» es más fácil de producir que, por ejemplo, la metanfetamina.
«Puedes tener un título básico en química del instituto, lo buscas en internet y simplemente consigues el libro de recetas adecuado, y puedes hacer esto en tu sótano», afirmó durante su intervención en el evento.
El alto cargo estadounidense es consciente de que la producción y el tráfico de drogas sintéticas son «diferentes» a los de estupefacientes como la cocaína y requieren «toda una industria para producirlas», por lo que considera «ir a por la fuente» la mejor estrategia contra el narcotráfico en estos casos.
HIZBULÁ, ¿INVOLUCRADO?
Al otro lado de la frontera, en el Líbano, también se produce, en menor medida, captagón, y el pasado abril Arabia Saudí suspendió sus importaciones de fruta y verdura desde territorio libanés tras descubrir un cargamento de cinco millones de pastillas escondidas en granadas y procedentes del país mediterráneo.
Arabia Saudí, que se cree que es el principal mercado para este narcótico, acusó a las autoridades libanesas de inacción a la hora de atajar el problema, mientras se debatía sobre si las pastillas habrían llegado al Líbano desde Siria.
El grupo chií libanés Hizbulá, actor político legítimo en el Líbano y presente en Siria como aliado de Damasco en el conflicto interno, ha sido acusado durante años de estar involucrado en el narcotráfico, pero David Daoud, del Centro Rafic Hariri para Oriente Medio del Atlantic Council, mantiene que no hay pruebas de ello.
«Nada en fuente abierta indica o muestra que Hizbulá ha dado directamente una orden a sus operativos para tomar parte en el tráfico de drogas, lo que vemos es que hay socios o afiliados», precisó.
A juicio de Daoud, esto no quiere decir que Hizbulá no se «beneficie» o «esté involucrado» en el negocio de ninguna forma, sino que prioriza mantener su «imagen» de cara a sus seguidores evitando una asociación directa con él.
De hecho, ha habido algunos casos en los que el grupo ha tomado medidas contra miembros o socios por su vinculación con el narcotráfico, como arrestos, investigaciones internas o la prohibición de continuar en el clero, agregó el ponente.
EL FUTURO DEL ESTIMULANTE
Larson advirtió de que hasta ahora ha habido «muy pocos» esfuerzos para acabar con esta lacra y aunque el captagón de Siria y el Líbano «tiene un atractivo limitado» en Europa, no descarta que «el mercado pueda evolucionar» o que «veamos una transición hacia otras drogas».
En el caso del Líbano, Daoud, por su parte, ve un factor importante en la grave crisis económica que sufre el país, con una caída en el valor de la moneda local de casi el 90 % en dos años, ocho de cada diez libaneses en la pobreza y las arcas del Estado cada vez más vacías.
Las autoridades del Líbano, donde el mercado ha virado de la heroína, la cocaína y el hachís, hacia el captagón, han mostrado una capacidad «mínima» de actuar contra el problema y, tal y como recordó, este país ha tenido un papel muy destacado en el narcotráfico.
Su papel se disparó durante la guerra civil libanesa (1975-1990), al final de la cual el Líbano era «una economía multimillonaria de narcóticos», y Daoud alerta de una posible vuelta a esa «tendencia» con el actual «colapso», la inacción de las autoridades y la «adaptabilidad» de los productores y traficantes.
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