La irrupción de Los Rugrats subraya no solo la fragmentación del Cártel de Sinaloa en diferentes células operativas, sino también cómo las nuevas generaciones de integrantes recurren a estrategias mediáticas para reforzar su identidad, influencia y lealtad dentro de la organización.
Culiacán, Sinaloa.– Culiacán, Sinaloa. Dentro de la compleja estructura del Cártel de Sinaloa, una facción poco conocida ha comenzado a ganar notoriedad tanto en redes sociales como en el imaginario popular a través de narcocorridos: se trata de ‘Los Rugrats’, un grupo armado que, según diversas fuentes no oficiales, opera al sur de Culiacán y estaría al servicio de Ismael Zambada Sicairos, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes históricos de la organización criminal.
El grupo tendría su base de operaciones en la comunidad de La Laguna Colorada, y estaría encabezado por un sujeto apodado “Carlitos”, cuya figura ha ganado relevancia en plataformas digitales. Aunque su muerte fue reportada en diciembre de 2023, su identidad sigue envuelta en misterio, y no existe confirmación oficial sobre su deceso.
El apodo del grupo hace referencia a la famosa serie infantil "Rugrats", y de hecho su líder también llamado Carlitos, como uno de los personajes de la caricatura ha sido representado gráficamente en mantas, armas personalizadas y videos en redes sociales, particularmente en TikTok. En estas imágenes, el personaje aparece con un sombrero que lleva las siglas “MZ”, presumiblemente en alusión a “El Mayo” Zambada.
A pesar de que no hay informes oficiales sobre el origen o estructura interna de esta facción, su presencia ha sido amplificada a través de narcocorridos, como los interpretados por grupos como Otro Nivel y Tierra de Jefes, donde se destacan sus vínculos con el liderazgo del cártel y su supuesta participación en actividades armadas en el territorio sinaloense.
La irrupción de Los Rugrats subraya no solo la fragmentación del Cártel de Sinaloa en diferentes células operativas, sino también cómo las nuevas generaciones de integrantes recurren a estrategias mediáticas para reforzar su identidad, influencia y lealtad dentro de la organización.
Aunque su existencia se ha popularizado en el entorno digital y musical, Los Rugrats continúan operando en las sombras, sin registros oficiales claros sobre sus acciones ni sobre la magnitud real de su poder. Su caso es un ejemplo más del dinamismo y la mutación constante del crimen organizado en México.