Redacción Ciencia.- El confinamiento de comienzos de la pandemia reveló diferencias de comportamientos entre hombres y mujeres. Ellas hablaron más por teléfono y limitaron su movilidad significativamente más y durante más tiempo que ellos, según un estudio realizado en Austria que publica «Science Advances».
Investigadores del Centro de Ciencia de la Complejidad (CSH) de Viena consideran que aquel encierro para hacer frente a la covid-19 fue «un experimento en vivo» que reveló «grandes diferencias» de comportamiento entre unas y otros.
Para saber cuánto se habló por teléfono durante aquellos meses de 2020 y cuáles fueron los patrones de movilidad, los investigadores estudiaron datos anónimos de telecomunicaciones procedentes de los teléfonos móviles de 1,2 millones de austríacos (el 15 % de la población) entre febrero y junio de aquel año.
En una crisis, escriben los expertos, las mujeres hacen llamadas telefónicas «significativamente más largas y se adhieren más a las medidas gubernamentales que los hombres» y esos fueron los patrones que encontraron durante el confinamiento.
Al equipo le interesaba saber hasta qué punto la población apoyaba las medidas frente al coronavirus impuestas por el Gobierno, señaló Tobias Reisch, uno de los firmantes de la investigación.
«Cuando analizamos los datos por género, encontramos diferencias de comportamiento sorprendentemente fuertes entre hombres y mujeres», agregó.
En general, las personas hicieron llamadas de teléfono mucho más largas justo después del cierre, aunque hablaron con menos personas.
Los datos indicaban que las llamadas en las que participaban mujeres duraban «una media significativamente mayor, con grandes diferencias según quién llame a quién».
Tras el primer cierre en Austria, el 16 de marzo, las llamadas de mujeres a mujeres fueron hasta 1,5 veces más largas que antes de la crisis (un 140 % más) y las de hombres a mujeres duraron casi el doble.
Cuando las mujeres llamaban a los hombres, hablaban un 80 % más de tiempo, mientras que la duración de las conversaciones entre hombres solo aumentó un 66 %.
Aunque desconocían la finalidad de las llamadas, otro de los autores Georg Heiler indicó que la literatura de las ciencias sociales aporta pruebas, en su mayoría procedentes de pequeñas encuestas, sondeos o entrevistas, sobre que las mujeres «tienden a elegir estrategias más activas para afrontar el estrés, como hablar con otras personas. Nuestro estudio lo confirma».
Durante el confinamiento también se amplificaron «enormemente» las diferencias ya existentes en el comportamiento de movilidad de hombres y mujeres.
Las mujeres limitaron su movilidad significativamente más y durante más tiempo que los hombres, indican los datos de la investigación.
Un análisis detenido de los datos de telecomunicaciones obtenidos en una gran zona recreativa de Viena y en un centro comercial muestra que ambas áreas fueron más frecuentadas por los hombres durante el cierre.
Además, tras el levantamiento de las medidas, los hombres volvieron más rápidamente a sus patrones de movilidad anteriores a la pandemia.
Los autores destacaron, por otra parte, cómo los datos de telecomunicaciones permiten obtener información social de forma «rápida y a bajo coste, sin violar el anonimato de las personas», con los que se puede ver el comportamiento «aquí y ahora» sin necesidad de grandes encuestas, según Stefan Thurner.
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