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El correo que Steve Jobs se envió a sí mismo antes de morir: un mensaje para la humanidad

CEO de Apple

En este contexto, el correo que se envió el 2 de septiembre de ese año, a las 23:08, revela un lado profundamente humano de Jobs, alguien que, a pesar de su estatus, se veía a sí mismo como un ser dependiente del mundo que lo rodeaba.

Steve Jobs, fue cofundador y presidente ejecutivo de Apple​. Foto: fuente externa.
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Redacción externa.- El cofundador de Apple hizo una fuerte reflexión en el último año de vida sobre el valor de la riqueza humana.

Steve Jobs, el cofundador de Apple, dejó un legado tecnológico, pero también muchas citas reflexivas sobre su vida personal. Un año antes de fallecer, el 5 de octubre de 2011, se envió un correo electrónico a sí mismo, una especie de meditación sobre su lugar en el mundo y su dependencia de los demás.

Este mensaje sirvió como una profunda lección de cómo era él a nivel personal, más allá de la figura mediática y corporativa. Especialmente en la etapa final de su vida, en la que su enfermedad lo llevó a tener una actitud más profunda.

Qué decía el correo de Jobs antes de morir

En 2010, Jobs ya sabía que su tiempo era limitado. Diagnosticado con cáncer de páncreas, había optado inicialmente por terapias alternativas antes de someterse a tratamientos convencionales, una decisión de la que eventualmente se arrepentiría.

A pesar de su fama, riqueza y prestigio, era consciente de la realidad ineludible: la muerte. En este contexto, el correo que se envió el 2 de septiembre de ese año, a las 23:08, revela un lado profundamente humano de Jobs, alguien que, a pesar de su estatus, se veía a sí mismo como un ser dependiente del mundo que lo rodeaba.

El Steve Jobs Archive, un archivo digital gestionado por su viuda, Laurene Powell Jobs, ha permitido que este mensaje íntimo vea la luz. En el correo, el empresario ofrece una serie de reflexiones sobre la interdependencia de los seres humanos y el papel que otros juegan en nuestras vidas, tanto en las pequeñas como en las grandes cosas.

Consciente de la naturaleza colaborativa del progreso humano, Jobs comienza por admitir: “Cultivo poco de lo que como, y de lo poco que cultivo, no críe ni perfeccioné las semillas”.

Una de las primeras líneas del email ya muestra cómo él veía su existencia en un marco más amplio, más allá del éxito y las creaciones que le dieron fama mundial. En el correo, escribe: “En otros ojos, mi vida es la esencia del éxito, pero aparte del trabajo, tengo un poco de alegría, y al final la riqueza es solo un hecho de la vida a la que estoy acostumbrado”.

En otra sección, Jobs reflexiona sobre su dependencia del trabajo de generaciones pasadas y presentes para haber logrado lo que hizo. “No inventé el transistor, el microprocesador, la programación orientada a objetos, ni la mayor parte de la tecnología con la que trabajo”, confiesa, reconociendo que, aunque él fue el catalizador de innovaciones revolucionarias, todo lo que hizo se basó en los esfuerzos y avances de aquellos que vinieron antes que él.

Este reconocimiento es especialmente significativo en un mundo donde Jobs era venerado por ser un visionario solitario. Él mismo sabía que su éxito y su legado no se debían únicamente a su genio personal, sino a la suma de muchos factores externos y personas. “Amo y admiro a mi especie, viva y muerta, y dependo totalmente de ellas para mi vida y bienestar”, concluye en una de las citas más conmovedoras del correo. Con estas palabras, Jobs dejaba claro que entendía que, sin el apoyo y los avances de otros, no habría logrado nada de lo que hizo.

Un correo que pone en evidencia la esencia de Jobs

A pesar de las múltiples interpretaciones que se pueden hacer del correo, una cosa está clara: Steve Jobs, el hombre que revolucionó el mundo con su visión tecnológica, también era un ser humano que, al final de su vida, reflexionó sobre la insignificancia del éxito material y la importancia de la humanidad como un todo.

Como él mismo escribió: “Cuando necesité atención médica, no pude ayudarme a mí mismo a sobrevivir”. A través de estas palabras, Jobs dejó un mensaje claro: por muy grande que sea el éxito, la riqueza y el reconocimiento, somos todos, al final, interdependientes, y nuestra vida está conectada con la de los demás.

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