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El filo de la navaja de la desigualdad

Cuando me preguntan cuáles son los grandes retos del país, el tema de la desigualdad, junto con el tema fiscal, está en el tope de la lista

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En las últimas dos décadas la desigualdad de ingresos en el país, medida con base en el coeficiente de Gini, ha disminuido. Este indicador tiene un valor que va entre 0 y 1. Mientras más cercano a 1, mayor desigualdad. Del año 2000 al 2021 el indicador pasó de 0.51 a 0.396.

Para poner esto en contexto, en los países desarrollados el promedio del coeficiente de Gini es cercano a 0.32 y en los países nórdicos está entre 0.25 y 0.30. Estos últimos son naciones muy ricas, que han logrado reducir la desigualdad con el llamado estado de bienestar: un gobierno que cobra muchos impuestos y tiene un gasto público alto, especialmente en salud, educación y servicios sociales.

Pero es importante hurgar más en los datos para entender el fenómeno de la desigualdad y de la concentración del ingreso de un país. Con este fin voy a replicar para el caso dominicano un análisis sencillo que hizo el economista chileno Andrés Zahler en un artículo que se titula ¿En qué país vivimos los chilenos?

La idea es simple: ordenemos la población en diez grupos iguales, de acuerdo a su ingreso per cápita promedio; y luego comparamos cada grupo con países de ingresos similares. Tomo el 2018 para hacer el análisis porque es el año en que fue realizada la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, en la cual me baso.

Los resultados se presentan ajustando los datos de la encuesta, porque como bien dice el Ministerio de Economía en su informe sobre el tema, los indicadores de desigualdad basados en encuestas de los hogares no capturan bien los ingresos de las personas más ricas. Los resultados son los siguientes:

– El 10% más pobre de los dominicanos tiene un ingreso per cápita de US$1,708. Esto es similar al país africano de Mauritania, uno de los más pobres del mundo, conocido porque todavía se practica la esclavitud.

– El siguiente grupo tiene un nivel similar al de Papúa Nueva Guinea o al del Congo, dos de los países más pobres e inestables del planeta, ubicados en Oceanía y África respectivamente.

– Los siguientes dos grupos, que completan el 40% más pobre de la población, tienen un nivel de ingresos similar al de la Franja de Gaza, una de las zonas más conflictivas del mundo; y al del Reino de Tonga, una isla polinesia.

– El quinto grupo tiene ingresos similares a Irak; y el sexto 10% de los hogares, algo parecido a Turkmenistán.

– Es en la mitad del grupo 7 donde alcanzamos el ingreso promedio del país de 8,332 dólares para el año 2018.

– Los dominicanos que están en los grupos 8 y 9, o sea que pertenecen al 30% más rico del país, tienen ingresos similares a Malasia y Polonia.

Y al final llegamos al grupo que representa al 10% más rico de la población dominicana, unas 734,000 personas, las cuales tienen un ingreso per cápita de 34,000 dólares, similar al de Italia. Nada mal realmente.

Pero lejos todavía del 1% más rico de los dominicanos, los cuales tienen un ingreso per cápita cercano a los 94,000 dólares. Y esto los coloca por encima de países como Estados Unidos, Singapur, Suiza y Noruega.

Para que se entienda mejor: I) el 65% de los hogares dominicanos tiene ingresos por debajo del promedio del país; II) Mientras el 40% más pobre de la población (4.7 millones de personas) tiene ingresos similares a los de los países más paupérrimos y conflictivos del mundo, hay unos 75,000 ciudadanos con un nivel de vida que nada tiene que envidiarle al del sultán de Brunei.

Aunque la desigualdad ahora sea ligeramente inferior a la de hace veinte años, hay una percepción de que no es así. Tal vez son las redes sociales. Y esto crea una dinámica muy compleja en la sociedad moderna que explica en parte el auge de la delincuencia, entre otros muchos males.

Cuando me preguntan cuáles son los grandes retos del país, el tema de la desigualdad, junto con el tema fiscal, está en el tope de la lista. Ambos están interrelacionados, son muy difíciles de enfrentar y ninguno se resuelve por inercia. Hay que enfrentarlos y es mejor que sea más temprano que tarde. De lo contrario viviremos en un país (si seguimos creciendo) con un ingreso promedio muy alto, pero con una desigualdad y concentración del ingreso socialmente insostenible y sobre todo intolerable.

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