París.- El Gobierno francés desplegará hoy, por tercera noche consecutiva, un extenso contingente de fuerzas de seguridad compuesto por 45.000 policías y gendarmes para paliar los disturbios que vive el país desde la muerte de un joven a manos de la policía, el pasado martes.
«Esta noche, por tercera noche consecutiva, 45.000 policías están movilizados por toda Francia para asegurar de manera duradera la vuelta del orden público. La movilización de las fuerzas de seguridad internas continúa. No decae», transmitió el Ministerio de Interior francés a través de Twitter.
En paralelo a este despliegue, el presidente Emmanuel Macron está encabezando una reunión en el Elíseo a la que estaban convocados la primera ministra, Élisabeth Borne, y varios de sus ministros para hacer una evaluación detallada de la situación actual, tanto a nivel de seguridad como judicial y de impacto general de los disturbios.
Durante la pasada noche, al menos 719 personas fueron detenidas, 45 policías resultaron heridos, hubo 871 incendios en la vía pública y desperfectos en 74 edificios, según las autoridades francesas.
Pese a lo abultado aún de las cifras, el Ministerio de Interior ha confirmado que la última noche fue «más tranquila» que las precedentes.
Lo que sí que causó hoy una gran conmoción fue un incidente ocurrido en el marco de los disturbios en L’Haÿ-les-Roses, en la periferia sur de París. Allí, el alcalde, Vincent Jeanbrun, sufrió de madrugada un ataque a su residencia familiar.
Mientras él trabajaba en el Ayuntamiento, unos individuos a los que se busca por intento de asesinato lanzaron un coche en llamas contra la casa, en la que se encontraban sus hijos, de 5 y 7 años, y su esposa. Uno de los niños tuvo que ser atendido por lesiones, al igual que la madre, con una fractura en la pierna.
Este episodio provocó una fuerte indignación social y el repudio rotundo de la clase política francesa.
«No dejaremos pasar nada. Estaremos al lado de los alcaldes», subrayó esta tarde la primera ministra francesa mientras visitaba L’Haÿ-les-Roses.
El detonante de esta oleada de altercados fue la muerte de un joven de 17 años y ascendencia árabe llamado Nahel, que recibió un disparo mortal por parte de un policía cuando trataba de huir de un control policial en Nanterre el día 27.
Las imágenes del incidente, grabadas por testigos, desataron una fuerte indignación en el país, lo que degeneró en disturbios, sobre todo en los barrios populares de las grandes ciudades y en el cinturón metropolitano de París.
Este domingo, en declaraciones al canal de televisión BFM, la abuela del menor, Nadia, pidió a los alborotadores que dejen de usar a su nieto como «pretexto» para sembrar la violencia.
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