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El Instituto Dominicano de Cardiología

Hace escasos días arribó a su primer medio siglo de existencia el Instituto Dominicano de Enfermedades y Cirugía de la Piel, que día tras día y año tras año desde que fue creado ha prestado invaluables servicios al pueblo dominicano.  Ahora es otra prestigiosa entidad de salud la que está de aniversario.  Se trata del Instituto Dominicano de Cardiología, fundado hace 52 años.

Ambas fueron concebidas por iniciativa humanitaria de dos eminentes Maestros de la Medicina Dominicana.  En el primer caso, el doctor Huberto Bogaert Díaz y en el segundo, el doctor Héctor Mateo Martínez. Tanto uno como el otro estuvieron inspirados en el mismo propósito: prestar dedicadas atenciones de salud principalmente a los sectores más necesitados de la población.  En el primer caso, buscando erradicar el flagelo de la lepra y asistir las numerosas enfermedades de la piel y en el segundo, en el campo de las dolencias del corazón, consideradas la principal causa de muerte en el país y a nivel mundial.

Tanto Bogaert Díaz como Mateo dedicaron sus mejores afanes personales y profesionales a sus respectivas obras a lo largo de toda su existencia.  Lo hicieron luchando a brazo partido, con una gran precariedad de recursos utilizados con escrupulosa eficiencia, contando con la ayuda filantrópica de un grupo de ciudadanos  y contando un personal imbuido del mismo espíritu altruista.  Su entrega y dedicación les llevó a  ganar en vida el merecido reconocimiento de la sociedad que los distinguió como los auténticos benefactores que fueron.

Hoy ya no están con nosotros.  Pero  su inapreciable legado sigue presente en la permanencia de su obra a manos de sus continuadores: el doctor Rafael Isa Isa en Dermatología y los doctores Ernesto Díaz Alvarez y Mayra Melo, director y subdirectora de Cardiología.  Ellos han seguido transitando por la misma senda de abnegado servicio de los fundadores y manteniendo en alto el prestigio de las dos instituciones.

Durante sus más de cinco décadas de vida, el Instituto Dominicano de Cardiología ha cosechado una extraordinaria hoja de servicios en el campo de las enfermedades cardiovasculares, que cada año registra cientos de procedimientos de distinta naturaleza y delicadas cirugías de corazón.  Todos llevados a cabo utilizando las más modernas técnicas y avances que provee la Ciencia Médica.

Su porcentaje de mortalidad promedia apenas un cinco por ciento, demostración palpable de su exitoso desempeño, mucho más meritorio tomando en cuenta que más de un tercio de los pacientes que atiende son recibidos en estado crítico.

Pero al igual que en el caso de Dermatología, el Instituto Dominicano de Cardiología es un centro de investigación y especialización, contando con una escuela de residencia que ha egresado ciento setenta cardiólogos y veinticuatro ecocardiografistas, especialistas en uno de los principales medios de diagnóstico mayor uso en la medicina cardiovascular.

Dada la limitada ayuda que tradicionalmente ha recibido del Estado, desde el año 1962, el propio doctor Mateo y los doctores Guarocuya del Villar y Chan Aquino fundaron la Asociación Pro Instituto Dominicano de Cardiología a fin de recabar apoyo económico para la institución.  Esa feliz iniciativa ha contribuido a que la institución se haya mantenido en pie.   Algo parecido ocurrió en el caso del Instituto de Dermatología, que cuenta con el respaldo del Instituto Dominicano contra la Lepra.

Hace ya casi un par de años, en marzo del 2014, el Presidente Danilo Medina realizó una de sus llamadas “visitas sorpresa” al Instituto.  En esa ocasión comprometió el apoyo de su gobierno para ampliar la planta física, una obra que ya cuenta con los planos estructurales y está pendiente de ejecución.  Pero también requiere de ayuda oficial para adquirir equipos quirúrgicos, camas y otros implementos.  De esperar que tanto en un caso como en el otro, el Estado aporte los fondos.

El Instituto más que lo merece.  Su obra en estos cincuenta y dos primeros años de existencia,  justifica cualquier inversión de fondos públicos en la seguridad de que la misma resultará de la más alta rentabilidad en la salud del pueblo dominicano.  Y un pequeño detalle: su personal médico y de enfermería jamás se ha declarado en huelga.

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