Un cordial saludo a todos mis queridos lectores, también a toda su querida familia.
Nosotros los seres humanos estamos de paso en este mundo. No nos damos cuenta que cada día que pasa es un día menos que tenemos para vivir. El Evangelio de San Juan, en el Capitulo 14, Versículos del 1 al 4 nos dice: “No estén angustiados; confíen en Dios y confíen en mí. La casa de mi Padre tiene muchas habitaciones. Si así no fuera, les ¿habría dicho que voy a prepararles un sitio? Cuando y se los prepare, volveré para llevarlos conmigo; así, donde esté yo, estarán también ustedes”.
¿Entonces porque le tenemos tanto miedo a la muerte? Si va a llegar un día en el que muramos para disfrutar de esa Vida Eterna que Jesús ha preparado para nosotros.
Claro está que tenemos que pasar por ese Juicio Final, y a ese es que le tenemos miedo, leer el Evangelio de San Mateo, Capitulo 25, Versículos del 31 al 34, nadie se va a salvar del Juicio Final, donde el Señor pondrá unos a su derecha y otros a su izquierda, y según hallamos actuado en la vida, tan grande será nuestra recompensa.
Cuenta la historia que después de haber vivido en la tierra por muchos años, mi vida llego a su fin. Lo que recuerdo es que estaba sentado en un banco en la sala de espera. La puerta se abrió y se me ordeno entrar y sentarme en el banco de los acusados cuando mire a la derecha vi al Fiscal, que tenia apariencia de villano y me miraba fijamente, era una persona demoniaca. A la izquierda estaba mí abogado defensor, un cabello largo, con una mirada bondadosa cuya apariencia me era familiar, se parecía a Jesús.
El fiscal dijo: Mi nombre es Satanás y estoy aquí para demostrar qué este individuo debe ir al infierno. Comenzó a hablar de las mentiras que yo había dicho, de las cosas que yo había robado a los demás, hablo de cosas que yo hacía en el pasado para engañar a otros. Satanás hablo de cosas horribles que yo había hecho, mientras Satanás decía pecados que ya había olvidado.
Igualmente me molesto la actitud de mi Abogado Defensor, sin mostrar algún argumento en mi favor. Yo sabía que era culpable de las cosas que me acusaban, pero también había hecho cosas buenas en mi vida. Satanás termino su acusación y dijo: Este individuo debe ir al infierno, es culpable de todos los pecados que le he acusado.
Cuando llegó su turno, mi Abogado Defensor se puso de pie y acercándose al juez haciéndole seña para que se acercara más. Hasta que empezó a caminar me di cuenta que era Jesús. Se paro frente al juez, y suavemente le dijo: Hola Papa, y se volvió para dirigirse al Jurado: Satanás esta en lo correcto al decir que este hombre ha pecado, no voy a negar esas acusaciones. Y este hombre merece ser castigado.
Respiro Jesús fuertemente, se volteo hacia su Padre con los brazos extendido y dijo: Sin embargo yo di mi vida en la cruz para que este hombre pudiera tener Vida Eterna, él me ha aceptado como su Salvador, por eso es mío. Mi Salvador continuó diciendo: Su nombre está escrito en el libro de la vida y nadie me lo puede quitar. Satanás todavía no comprende que este hombre no merece justicia sino misericordia.
Cuando Jesús se iba a sentar, miro a su Padre y dijo: No se necesita hacer más nada, lo he hecho todo. El Juez levanto su poderosa mano, y golpeando la mesa dijo: Este hombre está libre, el castigo le ha sido pagado en su totalidad, caso concluido.
Cuando Jesús me conducía afuera de la Corte, pude oír a Satanás protestando y diciendo: No me rendiré jamás, ganare el próximo juicio. Cuando Jesús me daba instrucciones hacia donde debía seguir, le pregunte ¿Has perdido algún caso? Cristo sonrió amorosamente y me dijo: Todo aquel que ha recurrido a mí para que yo lo represente, ha recibido el mismo veredicto que el tuyo…Pagado en su totalidad.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.