A partir del 1975-76 el merengue tuvo una gran acogida en territorio borinqueño. Ventura, Wilfrido Vargas, Los Hijos del Rey en sus dos facciones entraron con fuerza en la nación de Hostos. Yo había tenido en el 60, a raíz de la muerte de Trujillo, la oportunidad junto a otros dos compañeros de La Salle de estar dos meses en esa isla.
La situación en nuestro territorio era difícil y por ello nuestras familias: La de Antonio Cáceres, Jochy Veras y la mía entendieron que era mejor sacarnos de aquí. Al poco tiempo del tiranicidio nos embarcaron en un vuelo en el cual me encontraba junto Maelo Rivera el Sonero Mayor, el de “Maquinolandera”, quienes habían acortado su gira por la situación nacional. Más tarde, en el 77, pude compartir bastante con él cuándo Los Hijos del Rey pasaban varios días tocando allá.
No fue tarea fácil introducir nuestra música en el territorio del coquí porque la asociación de músicos se oponía rotundamente y la situación se puso de forma tal que en una ocasión iba a tocar Wilfrido lo abucheaban y hubo un momento en que Tommy Olivencia escupió a Wilfrido en la cara. Ya ustedes pueden imaginarse ese momento de tensión.
Una vez a la semana se presentaban en un lugar llamado los Caballeros el combatido Conjunto Quisqueya, quienes gracias a ellos se habían sembrado en la isla nuestro popular ritmo. Otro grupo de gran popularidad era entonces La Patrulla 15.
A todo esto un hombre que llevaba los tres primeros grupos (Wilfrido, Johnny y Los Hijos del Rey) a ella y le tenía uno que hacía de telonero, se granjeo graves problemas con la asociación de músicos de Puerto Rico. Este hombre es Johnny el Bravo.
Los comienzos siempre han sido difíciles y esta no fue la excepción, algún día, más temprano que tarde la asociación Amucaba y la asociación de cronistas de arte tendrán que rendir reconocimientos especiales a los que abrieron un camino agreste y difícil para nuestra música…
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