Debemos tener cuidado con los mensajes que a través de palabras, actitudes y acciones enviamos a la sociedad. Los niños están atentos a su contenido y cual esponjitas, lo captan y asimilan. Me surge esta reflexión al enterarme de un niño en Suiza, quien con apenas cuatro meses, le fascinan las canciones del cantautor dominicano, Juan Luis Guerra.
Los padres del chiquillo nacieron y viven en esa bella nación pero su madre, nunca ha abandonado las raíces dominicanas heredadas de la suya. Disfruta nuestras costumbres y tradiciones: artesanía, ritmos, artistas. Juan Luis Guerra está dentro de sus favoritos. Sus canciones están siempre en el escenario de su hogar, invadiendo el ambiente. Las escucha, baila, canta y hasta lo acompaña haciendo dúo. Ella entona precioso, despertando admiración por su potente voz, en un coro de esa nación.
Desde que el niño estaba en la urdimbre afectiva, en el vientre de su mamá, oía las canciones de Juan Luis. Reacciona al escucharlas. Ha aprendido a asociarla con sus tareas: comer, dejar de llorar, jugar, dormir.
Cuando su madre lo esta bañando y cambiando la ropa, suele cantarle…”frío, frío, como el agua del río”…y el niño responde, permaneciendo quieto; cuando esta llorando, le entona “Jesús me dijo que te dijera” y el bebé, se calla; con la canción que dice…”bendita la luz, bendita la luz de tu mirada”…el pequeño se tranquiliza y duerme; con “te regalo una rosa, la encontré en el camino” el niño sonríe…
Indiscutiblemente, las canciones de Juan Luis tienen un mágico encanto para él y para todos. Sustentadas en principios éticos, cristianos, son como poemas cantados: tiernas, hermosas, de suave picardía ¡ponen a soñar! No importa el ritmo: merengue, bachata, bolero, enternecen el alma, serenan el espíritu y llenan de energía positiva.
No me sorprendería que la madre de este niño, también las haya elegido para que su hijo vaya aprendiendo el idioma español. Ella cuida con esmero la educación y estabilidad emocional del niño y por nada del mundo, buscaría canciones que lo agiten ni le inyecten antivalores.
Indiscutiblemente, es significativo que las canciones de Juan Luis gusten al bebé y lo hagan sentir tranquilo, seguro, feliz. ¡Que bueno que en el área musical, la madre encontrara esa herramienta para su labor educativa! Ojala cantautores del mundo, lo imitaran y seleccionaran con esmero el contenido de sus temas, pensando en los niños y jóvenes; para que inyecten valores positivos ¡lluevan los mensajes hermosos! y contribuyan a hacer de la sociedad una fuente de amor y paz.
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