Moscú.- Con la concesión del Nobel de la Paz a Dmitri Murátov, director del principal periódico independiente de Rusia, «Nóvaya Gazeta», la prensa libre ganó su primer asalto en la guerra declarada por el Kremlin contra la libertad de expresión.
«Hemos recibido la mejor arma en nuestra interminable lucha por la verdad», comentó a Efe Yelena Miláshina, la periodista más laureada de «Nóvaya Gazeta».
LA MEJOR NOTICIA EN EL PEOR MOMENTO
Al día de hoy, no hay casi ningún medio independiente en Rusia que no haya sido declarado «agente extranjero» por haber recibido financiación exterior o «indeseable» por divulgar información considerada hostil e ir contra los intereses nacionales.
De hecho, coincidiendo con el anuncio del Nobel, la popular web Bellingcat -que labró su fama con investigaciones sobre el derribo del avión de Malaysia Airlines en el Donbás (2014) o el envenenamiento del agente Serguéi Skripal (2018)-, y otros nueve periodistas fueron declarados agentes extranjeros.
«Las autoridades rusas han decidido que cualquier medio independiente o cualquier manifestación de la libertad de expresión amenazan su poder y su estabilidad. Grandes o pequeños, impresos o digitales, todos los medios están siendo liquidados con métodos jesuitas», dijo a Efe Kiril Martínov, columnista de «Nóvaya Gazeta».
Casi todos los medios digitales que practicaban periodismo de investigación como es el caso de Proekt, The Insider u Open Media, que denunciaron la presencia de mercenarios rusos en África o la existencia de una tercera hija del presidente ruso, Vladímir Putin, han cerrado o han tenido que exiliarse.
«El premio ha llegado en el momento más crítico. La reforma constitucional, que muchos consideran un golpe de Estado para perpetuar en el poder al presidente, allanó el camino para una brutal campaña de censura mediática», insiste.
Como consecuencia, Rusia ocupa el puesto 150 de Reporteros Sin Fronteras en la libertad de prensa, por debajo de países como Venezuela, Afganistán o Birmania.
Mientras muchos periodistas rusos ven el Nobel como un «mecanismo de autodefensa», representantes de la propaganda oficialista, desde el Canal Uno a RT, condenaron el premio por politizado.
AGENTES EXTRANJEROS
Las autoridades utilizan la vitola de «agente extranjero» también para dificultar la labor de los periodistas más críticos lejos de los focos de las grandes ciudades.
«El Gobierno dice que no hay censura, pero las nuevas leyes hacen prácticamente imposible el trabajo de los periodistas», subraya Martínov.
Es el caso de Liudmila Savítskaya, redactora de Radio Libertad en la región de Pskov, fronteriza con Letonia y Estonia. En diciembre de 2020 fue una de las primeras cinco personas en ser catalogada «agente extranjero».
«Nunca me dijeron por qué soy una agente extranjero. Se ve que toqué temas sensibles, la Iglesia y el Ejército. En la ciudad un periodista aún puede conservar el anonimato. En las provincias el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) tiene controlados a los más incómodos», señaló.
Cualquier noticia o comentario en las redes sociales -«incluso una foto con mi gato»- deben dejar claro que Savítskaya es una «agente extranjero». En caso de que reincida en ignorar sus obligaciones, puede acabar en prisión.
«Se trata de eliminar a los testigos que pueden denunciar los crímenes del régimen. Si eres periodista crítica, eres agente extranjero. Si eres partidario de (el líder opositor, Alexéi) Navalni, eres un extremista. Si eres amigo de (el oligarca Mijaíl) Jodorkovski, eres un indeseable», explica.
Savítskaya reconoce que «cada vez hay más colegas que quieren emigrar», ya que «trabajar como periodista en Rusia da miedo».
«Te pueden procesar por cualquier motivo. Demostrar tu inocencia en los tribunales es imposible. Ya no hay imperio de la ley, sino el deseo de intimidar y acallar la libertad de prensa», dijo.
PERSECUCIÓN EN EL EXILIO
Pero el exilio no es siempre la mejor de las salidas. El popular diario digital «Meduza» echó a andar en el extranjero en 2014, pero también fue declarado enemigo del pueblo ruso.
«Vemos cómo ha cambiado la situación en 2021. Ahora no sólo se incoan procesos penales contra los activistas de derechos humanos, sino también contra los periodistas. Nosotros hemos sido prácticamente tachados de enemigos del Estado», señaló a Efe su director, Iván Kolpakov.
Tras ser declarado «agente extranjero», el portal perdió contratos publicitarios y numerosas fuentes informativas, redujo a la mitad los sueldos y renunció a sus oficinas en Riga.
«Vivimos al día. Hemos lanzado una campaña de microfinanciación. Eso nos permitirá sobrevivir un tiempo hasta que decidamos qué hacer con nuestras vidas», subrayó.
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