SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Todos los días entiendo menos el panorama político nacional. En la mayoría de los partidos políticos, no capto las ideologías; en las actitudes y acciones de sus líderes, busco que esgriman sanos valores morales, cívicos, criterios normativos; lo hacen en teoría y con promesas, pero muchos fallan en la práctica.
Cuando analizo la dinámica del sistema político criollo, confirmo que nunca podré cumplir mandatos sin cuestionamiento, ni ser una pieza que colocan en cualquier lugar; ni una maquina repetidora de conceptos que no comparto. ¡Rechazo el fanatismo y la demagogia! Nací y me formé en el campo, respirando aire puro, aprendí a ser espontanea, decir lo que siento, vivir en paz con mi conciencia, no me deslumbra lo material, y no obstante, los viajes, estudios y posiciones, no he cambiado.
Sufro que los líderes políticos utilicen los pobres como carnada para obtener poder y riqueza; detesto las contradicciones entre las teorías y las practicas, las falsas promesas; odio que “conceptualicen” sobre cómo combatir males sociales, pero cuando llegan al poder, olvidan los “hijos de machepa” y se convierten en “tutumpotes”.
Dentro de los que han hecho de la política su herramienta de trabajo, para una mejor nación, he podido observar la lealtad de algunos, pero también la traición y deshonestidad en otros, cuando no responden a sus intereses personales.
Los partidos políticos auténticos, son instituciones con firmes principios, que atraen individuos que los compartan, para contribuir al desarrollo integral de la nación. Algunos líderes van escalando hasta alcanzar metas no soñada, como la de ser presidente de la República; pero en la altura, pierden el rumbo; ponen lo personal por encima de lo institucional, haciendo del partido su empresa y hasta, lo venden, negocian o abandonan si no responde a sus intereses.
En el pais, se han multiplicados los partidos sin ideología, como negocio; se esfuerzan en llenar los requisitos para recibir asignaciones millonarias. Algunos parecen ventorrillos, otros supermercados y otros actúan como vendedores ambulantes. Hoy, en que se acerca su zafra, las elecciones, todos están activados; hacen alianzas, con el mejor postor. Se unen “mansos y cimarrones”, buscando espacios en los diferentes cargos municipales, congresionales o presidenciales. Predomina el negocio, olvidan el bienestar del pueblo. ¡Se quitan la máscara!
Para facilitar su promoción, buscan como candidatos reconocidos artistas, comunicadores, hijos de líderes, etc., sin tener en cuenta su capacidad. Parecería que, en la tremenda responsabilidad de legislar y dirigir los destinos de la nación, corremos el riesgo de invertir en personas, que desconocen su misión.
Urge buscar candidatos honestos, capacitados, que hayan demostrado interés social; que aunque no sepan conceptualizar ni su partido sea el más idóneo, no pierdan el rumbo; que su accionar sea acorde con su esencia, orígenes, naturaleza; con clara visión y comprometido con la nación.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email