REDACCIÓN.- El papa Francisco reafirmó hoy su gran respeto y admiración por China y sobre el diálogo emprendido para sus relaciones bilaterales, inexistentes desde 1951, explicó que hay que trabajar “para que los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura o valores o que depende de otra potencia extranjera”.
El papa realizó estas afirmaciones en la rueda de prensa en el vuelo de regreso de viaje a Mongolia, un país fronterizo con China y al que llegaron varios grupos de peregrinos católicos chinos, aunque el Gobierno no permitió salir del país a los obispos en un nuevo revés a la Iglesia.
“Existe el acuerdo para el nombramiento de los obispos, una comisión del Vaticano que se está ocupando y desde hace tiempo hay diálogo, además curas e intelectuales católicos son invitados a las universidades chinas. Hay un espacio abierto en este sentido”, explicó el papa.
Pero que “hay que ir más allá en el aspecto religioso para entendernos más” y para que “los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura y sus propios valores o que la Iglesia depende de otra potencia extranjera”.
“Este camino amistoso lo está haciendo la comisión que preside el secretario de Estado, Pietro Parolin, y están haciendo un buen trabajo, también por parte china. Las relaciones están así, en camino y yo tengo gran respeto por el pueblo chino”, agregó.
Mientras que sobre la posible visita del cardenal Matteo Zuppi a Pekín, en el ámbito de su misión sobre Ucrania, el papa se limitó a decir que será “más adelante”, din dar más detalles.
China y la Santa Sede firmaron en 2018 el histórico pacto entre ambos países para la elección de los obispos, que antes sólo nombraba Pekín y ahora la última palabra la tiene el papa.
Pero las relaciones sufrieron un nuevo parón cuando el pasado abril, las autoridades chinas anunciaron el nombramiento del nuevo obispo para Shanghái, la mayor diócesis católica de China, y que no tenía obispo desde 2013, con una decisión unilateral que violaba el histórico pacto entre ambos países firmado en 2018 y renovado ya en dos ocasiones para la elección de los obispos.
Este se había sido considerado un primer paso para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas que no existen desde 1951 y, sobre todo, para unificar la Iglesia católica, que se dividía entre los afines a las autoridades y los que estaban considerados como una iglesia clandestina
Desde la firma del acuerdo, sólo seis obispos han sido nombrados por voluntad conjunta, de los cuales dos ya habían sido aprobados antes por las autoridades chinas. Ninguno de ellos pudo venir a Mongolia a ver al papa.