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El papa dice que "el Señor no quiere la muerte del malvado, sino perdonarlo"

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Benedicto XVI.

Ciudad del Vaticano.- Benedicto XVI dijo este miércoles que «el Señor no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y viva, su deseo es siempre el de perdonar, salvar, dar vida y transformar el mal en bien».

Benedicto XVI abordó hoy en la tradicional audiencia de los miércoles la intercesión del patriarca Abraham ante Dios por las ciudades de Sodoma y Gomorra donde, según el Libro del Génesis, «la maldad de sus habitantes había alcanzado el culmen».

Dios reveló a Abraham que estaba por destruir las ciudades pecadoras «haciéndole saber la gravedad del mal y sus terribles consecuencias», dijo el papa.

Abraham ofreció el primer ejemplo de oración al interceder ante Dios, agregó el Obispo de Roma.

El patriarca -refirió el papa- medió ante Dios y le dijo que era necesario evitar una justicia sumaria con este argumento: «si la ciudad es culpable, es justo condenar su delito e infligir la pena, pero sería injusto castigar de modo indiscriminado a todos los habitantes».

Pero Abraham no se limitó a pedir la salvación de los inocentes y pidió el perdón para toda Sodoma y Gomorra apelando a la justicia de Dios, una justicia divina.

Para Abraham, según Ratzinger, «no se puede tratar a los inocentes como a los culpables, eso sería injusto, es necesario en cambio tratar a los culpables como a los inocentes, poniendo una justicia superior, ofreciéndoles una posibilidad de salvación porque si aceptan el perdón de Dios y confiesan la culpa se convertirán también ellos en justos, sin necesidad de ser castigados».

Con este pensamiento -continuó el papa-, «Abraham expone una nueva idea de justicia, no la que se limita a castigar a los culpables, como hacen los hombres, sino una justicia distinta, divina, que busca el bien y lo crea a través del perdón que transforma al pecador, lo convierte y lo salva».

La insistencia de Abraham de que había inocentes en las ciudades bíblicas, significa para el papa que «dentro de la realidad enferma debe haber aquel germen del bien que puede sanar y generar la vida».

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