Ciudad del Vaticano.- El papa advirtió hoy de la dependencia de los medios digitales e instó a una mayor comunicación real, cara a cara, entre los deseos expresados por Francisco para la Cuaresma, el periodo que anticipa la Semana Santa para los católicos.
En este mensaje, que cada año se publica al inicio de la Cuaresma, el pontífice pidió: «No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado».
«Uno de estos modos es el riesgo de dependencia de los medios de comunicación digitales, que empobrece las relaciones humanas», dijo, al añadir que «la Cuaresma es un tiempo propicio para contrarrestar estas insidias y cultivar, en cambio, una comunicación humana más integral hecha de encuentros reales, cara a cara.»
Sobre todo, instó a los fieles: aprovechad «esta Cuaresma para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida».
«La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar, y no evitar, a quien está necesitado; para llamar, y no ignorar, a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar, y no abandonar, a quien sufre la soledad», abogó.
Y pidió a los católicos que pongan «en práctica el llamamiento a hacer el bien a todos» tomando «tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados».
«Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir», observó en su mensaje.
Y por ello invitó también en este tiempo de Cuaresma «a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de la vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir».
«Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios», dijo.
Y lamentó que a veces: «frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás».
Pero reiteró: «No nos cansemos de hacer el bien».
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