CIUDAD DEL VATICANO.- El papa ha instado a los jóvenes a difundir «no sólo malas noticias», sino «noticias esperanzadoras» en las redes sociales en un momento en el que muchos «viven experiencias de guerra, violencia, acoso escolar y otros tipos de dificultades» y «se ven afligidos por la desesperación, el miedo y la depresión».
En su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud publicado hoy y que la iglesia celebra el 26 de noviembre, Francisco recuerda que «la juventud es un tiempo lleno de esperanzas y sueños, alimentado por las hermosas realidades que enriquecen nuestra vida».
Sin embargo, «vivimos en una época en la que, para muchos, incluidos los jóvenes, la esperanza parece ser la gran ausente», añade.
«Muchos de vuestros coetáneos que, lamentablemente, viven experiencias de guerra, violencia, acoso escolar y otros tipos de dificultades se ven afligidos por la desesperación, el miedo y la depresión», explica.
«Se sienten como encerrados en una prisión oscura, incapaces de ver los rayos del sol. Esto queda dramáticamente demostrado por el alto número de suicidios entre los jóvenes en varios países», añade.
Y «frente a los dramas de la humanidad, sobre todo ante el sufrimiento de los inocentes», el papa propone a los jóvenes difundir esperanza «gracias a las elecciones diarias», «muy concretas en la vida de cada día».
El pontífice pone como ejemplos que «en las redes sociales parece más fácil compartir malas noticias que noticias esperanzadoras. Por lo tanto, les hago una propuesta concreta: traten de compartir cada día una palabra de esperanza».
«A veces, ustedes salen de noche con sus amigos y, si está oscuro, encienden la linterna del móvil para alumbrar. En los grandes conciertos, miles de ustedes mueven estas luminarias modernas al ritmo de la música, creando una escena sugestiva», recuerda el papa.
Y «lo mismo sucede con la luz de la esperanza, que es Cristo» y «con Él vemos todo bajo una nueva luz», añade.
Francisco también pide a los jóvenes que se acerquen «sobre todo a aquellos de sus amigos que aparentemente sonríen, pero que por dentro lloran, pobres de esperanza» y que «no se dejen contagiar por la indiferencia y el individualismo».
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