CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco deseó que en el continente americano prevalezca el «respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos», en el mensaje de Navidad leído en la logia central de la basílica de San Pedro antes de dar su bendición Urbi et Orbi.
«Haz que en los corazones de los pueblos del continente americano prevalezcan los valores de la solidaridad, la reconciliación y la pacífica convivencia, a través del diálogo, el respeto recíproco y el reconocimiento de los derechos y los valores culturales de todos los seres humanos», dijo Francisco en la única referencia a América Latina respecto a otros años en la que sí mencionó algunos países.
En el mensaje de Navidad de Francisco, como en los años anteriores, enumeró los dramas y conflictos del mundo como la guerra en Siria, los problemas en Medio Oriente, la crisis en Yemen y Birmania y la crisis económica en Líbano, entre otros.
Asomado a la plaza de San Pedro, después de la ausencia de este momento el año pasado por la restricciones sanitarias, también pidió «al Niño que acaba de nacer» en este día de Navidad para los católicos que conforte «a las víctimas de la violencia contra las mujeres que se difunde en este tiempo de pandemia» y «ofrezca esperanza a los niños y a los adolescentes víctimas de acoso y de abusos».
Y rogó a Dios para que conceda «salud a los enfermos e inspira a todas las personas de buena voluntad para que encuentren las soluciones más adecuadas que ayuden a superar la crisis sanitaria y sus consecuencias».
«Haz que los corazones sean generosos, para hacer llegar la asistencia necesaria, especialmente las vacunas, a las poblaciones más pobres», añadió ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro a pesar de la jornada lluviosa.
También tuvo palabras para que no seamos «indiferentes ante el drama de los emigrantes, de los desplazados y de los refugiados». «Sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas».
El papa concluyó el discurso pidiendo que podamos «escucharnos entre nosotros y a dialogar como hermanos y hermanas».
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