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El peligro de los extremos

Los debates de ideas, dentro de un contexto de respeto y consideración recíproca, constituyen siempre un aporte a la convivencia civilizada. De hecho, son necesarios para enrumbar una sociedad por sendas de progreso y armonía entre los distintos sectores que la componen.

Pero si son conducidos a los extremos, cuando aparece el ingrediente de las amenazas y la desconsideración hacia el o los contrarios, existe la posibilidad de que la confrontación de ideas pase a convertirse en cualquier momento en una mecha incendiaria de alto riesgo.

En el debate público -si se le puede llamar así- que se suscita en el país con el espinoso tema de los haitianos indocumentados han vertido amenazas de muerte contra los periodistas Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora, Amelia Deschamps y Roberto Cavada. Con ellos cuatro, todos los periodistas dominicanos comprometidos con su país se sienten amenazados.

Juan Bolívar y Huchi, connotados comunicadores con un prolongado ejercicio, siempre han actuado apegados a los más sanos intereses del pueblo dominicano, y en defensa de causas justas. De Roberto y Amelia, con menos tiempo en el ejercicio, puedo asegurar que han trillado un camino bien definido en favor de los mejores intereses nacionales.

En la UASD tuve como profesor a Juan Bolívar, quien rayaba en la obsesión por la insistencia que ponía en su cátedra para que cada día fuese aprovechado al máximo por los aspirantes al oficio.

Con Huchi he tenido menos vinculación, pero mis afectos hacia él no son menos que con Juan Bolívar. Recuerdo con gratitud las entregas siempre esperadas de su columna Tintero en el vespertino La Noticia, y la responsabilidad con que asume sus comentarios en su programa de televisión.

No siempre he coincidido con determinados temas analizados por estos respetados comunicadores. Pero no por ello puedo dar paso a la intransigencia, porque creo entender el respeto al derecho de expresión de las ideas. Y nunca me ubico en los extremos, creo es para pigmeos.

Como hay pistas seguras acerca de esas amenazas, la justicia y los organismos policiales deben ser diligentes en este caso. Los “patrioteros” de nuevo cuño, aquellos que hacen alardes de defender la soberanía nacional “en toda circunstancia y lugar”, hay que desenmascararlos.

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