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El rescate de Bahía de las Águilas

Para hacerla pronta realidad será preciso que el Estado vuelva la mirada en esa dirección y ponga el mayor interés en llevar a cabo en el más breve plazo las obras de infraestructura y apoyo que son requeridas, que permitirán insuflarle nueva vida a la depauperada región fronteriza y de paso ayudar a convertirla en un sólido valladar para contribuir a frenar la inmigración ilegal.

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De hecho histórico, sin riesgo a exageración, cabe calificar la formal entrega por parte del Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez, al Consultor Jurídico de la Presidencia, Flavio Darío Espinal, de los títulos que acreditan la propiedad de los valiosos terrenos de Bahía de las Águilas a favor del Estado Dominicano.

Ha sido un largo camino que tomó dos décadas, desde que en 1997, la entonces Abogada del Estado, Carmen Josefina (Piky) Lora, tomó a su cargo el rescate por vía legal de los predios enajenados a favor de  particulares,  en lo que calificó “del más grande fraude inmobiliario cometido en perjuicio del patrimonio nacional”.

El serio quebranto de salud que puso fin a su existencia le impidió dar continuidad al proceso.  Como legado, rubricado con promesa de cumplimiento, dejó la inconclusa misión en manos de su hija, la también abogada, Laura Acosta.

Fueron años de prolongada lucha en las distintas instancias judiciales, donde sucesivamente a base de fallos favorables se fue desmontando el entramado de corrupción que tuvo su origen en la escandalosa declaración de hermosos terrenos playeros como “de vocación agrícola” por parte del Instituto Agrario Dominicano, su posterior ilegal apropiación y la venta de parcelas a terceros adquirientes.

Culminar ese largo calvario judicial, plagado de maquinaciones y torceduras legales en el vano intento de darle validez legal al acto punible, ha sido de hecho una acción heroica y un clamoroso triunfo de la verdad sobre la maniobra dolosa, y hora de rendir homenaje a la memoria de quien   dio la voz de alerta y emprendió  su rescate y de reconocimiento al esfuerzo desplegado por su heredera al asumirla como tarea  moral hasta llevarla  llevarla a feliz término.

Ya ahora, propiedad firme en manos, el Estado puede disponer a plenitud del destino de Bahía de las Aguilas, para sin perder su condición de santuario natural hacer inteligente y cuidadoso aprovechamiento de su potencial a través de proyectos turísticos desarrollados en compromiso con el celoso cuidado del medio ambiente, para sano disfrute de dominicanos y  extranjeros.

Se tiene entendido que hay propuestas en fase inicial y exploratoria.  Ya es posible evaluarlas sin espacio para nuevas asechanzas legales y dar pasos concretos para ampliar el horizonte de nuestro pujante sector turístico en el otro extremo geográfico del territorio insular que ocupamos, opuesto a la región donde se ha acumulado hasta ahora la mayor parte de las inversiones en este campo y que ha captado el grueso de la creciente corriente de vacacionistas.

Para la región Sur y en particular la empobrecida provincia de Pedernales, donde contrasta la marginalidad y el abandono en que ha estado viviendo con el potencial de riqueza que atesora, la oportunidad que brinda Bahía de las Aguilas para la captación del turismo interno y externo es toda una alentadora promesa de cambio, progreso y prosperidad no solo para ella sino las provincias aledañas.

Para hacerla pronta realidad será preciso que el Estado vuelva la mirada en esa dirección y ponga el mayor interés en llevar a cabo en el más breve plazo las obras de infraestructura y apoyo que son requeridas, que permitirán insuflarle nueva vida a la depauperada región fronteriza y de paso ayudar a convertirla en un sólido valladar para contribuir a frenar la inmigración ilegal.

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