Un análisis frío, sin pasiones, de las devastaciones provocadas por el huracán Matthew en su largo y lento recorrido por el Caribe y la costa este de Estados Unidos, tendría necesariamente que concluir con un reconocimiento a la previsión de las autoridades dominicanas y a la calidad de las obras de infraestructura construidas en los últimos años en las zonas más vulnerables al paso de este tipo de fenómeno. Esos puentes y carreteras resistieron el ímpetu de los vientos y de las aguas, sin sufrir daño alguno de importancia.
En la Florida y Georgia, en la nación más desarrollada del mundo, por ejemplo, una estimación inicial habla de 10 muertos, cientos de miles de hogares sin energía eléctrica y enormes cifras de familias que han perdido sus viviendas. Puentes y vías fueron totalmente dañadas y están fuera de servicio. En Haití, son cientos los muertos y decenas de miles las viviendas destruidas. En Colombia, las lluvias provocaron inundaciones con poblaciones enteras de desplazados. En Cuba los daños son incalculables aunque nunca se sabrán por el control informativo del gobierno. En nuestro país el saldo es de solo cuatro muertos. La rápida intervención del Ministerio de Obras Públicas y los demás organismos del COE evitaron daños mayores, incluso en las zonas más vulnerables, como el sur, donde hubo daños en obras no recientes que requerirán una pronta reparación de las autoridades, como es el caso de la carretera Azua-Barahona, y los provocados por el desborde del río Buringa en Vicente Noble, que de inmediato comenzaron a ser reparados y que requerirán grandes aportes de recursos.
Cabe resaltar que la furia del huracán no causó daños a ninguna de las obras de infraestructura vial, puentes principalmente, construidas en los últimos años en puntos muy críticos y vulnerables de la zona sur, sin duda la más golpeada por el paso del huracán. Sin duda, un homenaje a la calidad de las mismas.
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