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El Viernes Santo, reflexionando

Son muchos los que esperan la Semana Santa, no para hacer una reflexión profunda de su diario vivir y limpiar el alma de los tóxicos, sino para divertirse, promover negocios y obtener beneficios materiales.

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Hoy, Viernes Santo, me propuse no recibir el bombardeo de informaciones sobre la crucifixión y muerte de Jesús, el hijo de Dios y menos sobre aquellas, que aprovechan esta temporada, para promover fiestas, excursiones, negocios, etc.  Sufro al ver a Jesús clavado en una cruz, con corona de espina, derramando sangre y observando a su alrededor petrificado, aquellos por quienes muere, por querer que disfruten de amor, paz, igualdad y armonía.

Así que hoy, no he encendido la radio ni la TV; en medio del silencio del entorno, me he sentado en la mecedora que perteneció a mi abuelo y mirando por la ventana, he observado los árboles moverse al ritmo de la suave brisa; vi las palomas comer; escuche el suave cantar de las aves y deje mi mente volar.

Son muchos los que esperan la Semana Santa, no para hacer una reflexión profunda de su diario vivir y limpiar el alma de los tóxicos, sino para divertirse, promover negocios y obtener beneficios materiales. Los principios cristianos son arropados por actividades banales, que se desprenden de excursiones turísticas, hoteles, yates, comidas, bebidas, mientras religiosos ofrecen pinceladas de procesiones, cenizas, ramos y eucaristías.

La mayoría, incluyendo instituciones religiosas, esperan la semana santa, para promover su misión, sus negocios y pasada la temporada, vuelven a la rutina. No hay forma de que sus líderes recuerden con hechos y todos los días, que la vida, pasión y muerte de Jesús, fue por la salvación de la humanidad, para recordar que todos somos iguales ante Dios, que lo importante es la paz espiritual, el alma, no lo material, Es obvio, que la tristeza de Jesús en la cruz, no era porque perdía el cuerpo, era porque veía  su entorno y se preguntaba si su lucha por sembrar amor y paz, habían calado en el alma de la humanidad. .” Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Busquemos con valentía en nuestro YO interior; digámosle a Jesucristo, si valió la pena que arriesgara su vida por nosotros; si necesitamos más luces para entenderlo o más valor para ayudar al prójimo, para darle amor, comprensión, para respetarlo y compartir lo poco o mucho que tenemos.  Pero también como Jesús, con firmeza y coraje, “saquemos los mercaderes del templo”, desarropémoslos, que sepan que los conocemos

En esta Semana Santa, pidámosle a Dios que ilumines los líderes nacionales, de todos los sectores, para que los valores cristianos, las enseñanzas del hijo de Dios, fluyan en todas sus actitudes y acciones; para que sin conceptualizar, sin hipocresía, puedan ser ejemplares; para que tengamos una sociedad donde reine la paz, el amor,  la igualdad; para que tal como lo quería Jesucristo, seamos una nación ejemplar para la humanidad.

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