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Elecciones en México: marcadas por la violencia y la histórica posibilidad de tener una presidenta

Elecciones presidenciales

La candidata oficialista Claudia Sheinbaum, que encabeza todas las encuestas, define una hoja de ruta en política exterior que propone revisar los acuerdos con la Casa Blanca; en la carrera por el poder le sigue Xóchitl Gálvez, y más lejos aparece Jorge Álvarez Máynez. Por qué el resultado de los comicios importa más allá de la política nacional.

Candidatos a la presidencia en México. Fotos fuente externa.

Redacción internacional.- Las elecciones en México hoy alumbrarán un hecho histórico: por primera vez una mujer llegará a la Presidencia. Si se observan los últimos sondeos tiene más posibilidades Claudia Sheinbaum que Xóchitl Gálvez en suceder a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero la opinión pública y los comicios generales no son una ciencia exacta.

Jorge Álvarez Máynez, el tercer candidato en contienda, aparece lejos en la carrera por el poder.

La agenda doméstica en México está atravesada por la violencia cotidiana, la migración indocumentada y la situación económica. Sheinbaum y Gálvez reciben la herencia de AMLO y tienen estrategias distintas para resolver estos tres asuntos de Estado que condicionan a la opinión pública.

Si gana la candidata de la Alianza “Sigamos haciendo historia”, sus posibilidades de plantear reformas internas serán más amplias que en caso de un triunfo de la representante de la coalición “Fuerza y corazón por México”.

Sheinbaum aguarda un importante triunfo en las cámaras legislativas que renuevan 128 senadores y 500 diputados. Y eso le daría apalancamiento político para sancionar en el Congreso un paquete de leyes que abordarían los tres asuntos -violencia, migración y economía- que más preocupan a la sociedad mexicana.

La política doméstica de México es impactada por su relación bilateral con Estados Unidos. Ambos países comparten un Tratado de Libre Comercio -junto a Canadá- y una larga y porosa frontera de 3.152 kilómetros de extensión, que es protagonista en la economía bilateral, en las cuestiones de seguridad y en la constante migración indocumentada que se inicia al sur de América Latina.

A diferencia de AMLO, que compartía todos los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, Sheinbaum considera que no se puede aceptar la relación con Estados Unidos a libro cerrado. Si finalmente llega al poder, la candidata nacida y criada en Morena propondrá a Washington nuevas reglas de juego en su sociedad regional.

Cuando Sheinbaum explica a su círculo más cerrado que se debe negociar con Estados Unidos todos los asuntos estratégicos, la mirada está puesta en la migración indocumentada, la seguridad interna y los delitos trasnacionales, y la tendencia firme del Nearshoring, que implica la instalación de empresas de distintos capitales en México.

La candidata oficial -si gana los comicios- planteará a la Casa Blanca que quiere un acuerdo sobre los flujos humanitarios en la frontera que se apoye en la identificación de cada migrante. Sheinbaum desea garantizar que el mexicano que cruza no tiene antecedentes y no será un peligro en Estados Unidos.

Biden estudia un cierre de fronteras alegando motivos de seguridad nacional, una hipótesis de trabajo con fuerte olor electoral que se anunciaría en las próximas semanas. La probable sucesora de AMLO resiste esta eventual orden ejecutiva del presidente demócrata, y no dudará en plantear el asunto cuando toque hablar con Biden.

“Esa va a ser y va a seguir siendo nuestra posición, que es cooperación para el desarrollo. Que haya un apoyo a México, pero principalmente a Centroamérica y a otros países en donde hay migración para llegar a Estados Unidos”, sostuvo la candidata oficialista.

En la declaración oficial queda explícita su posición política: no es necesario cerrar la frontera, alcanza con que la Casa Blanca establezca un mecanismo de cooperación para que los migrantes de la región opten por quedarse en sus países de origen en lugar de probar fortuna en Estados Unidos.

Sheinbaum estudia designar a cargo de la seguridad nacional a Omar García Harfuch, que ya ocupó un puesto similar cuando la candidata de “Sigamos haciendo historia” conducía la Ciudad de México. Los asesores de Sheinbaum vinculados a este asunto tan sensible para México sostienen que la Triple Frontera en el Cono Sur está más protegida que la Frontera Sur de los Estados Unidos.

Desde esta perspectiva, Sheinbaum cree que es mejor articular una política común con Estados Unidos que aceptar a libro cerrado una orden ejecutiva que defina Biden junto a Jake Sullivan, su propio consejero de Seguridad Nacional.

La situación en la frontera no sólo es un asunto crucial por la migración indocumentada y su impacto en ambos países. El tráfico de Fentanilo es un tema que afecta a la sociedad de Estados Unidos por la cantidad de muertos que causa y por la influencia que concede a las bandas que operan desde territorio mexicano.

Este derivado sintético del opio -más poderoso que la heroína y la morfina- mata a miles de jóvenes estadounidenses al año y es una cuestión que afecta las relaciones entre Washington y Beijing. China es el principal fabricante del fentanilo y hace muy poco para evitar que llegue a México como paso previo a Estados Unidos.

Sheinbaum tiene intenciones de definir su propia estrategia y acordar puntos en común con la Casa Blanca, si hoy gana los comicios presidenciales. Esta voluntad política, como así también su perspectiva sobre la migración y la seguridad nacional, ya es conocida por la administración Biden y por ciertos referentes del partido Republicano que podrían integrar un eventual gobierno de Donald Trump.

López Obrador mantuvo una laxa equidistancia respecto a la guerra en Gaza causada por el ataque terrorista de Hamas contra Israel. No se plegó a la posición extrema de los gobiernos de Brasil -Lula da Silva- ni de Colombia -Gustavo Petro-, pero apoyó el reconocimiento de Palestina en la ONU y solicitó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que México se sume a la causa abierta por presunto genocidio de Israel en la Franja.

Sheinbaum tiene ascendencia judía, y está en contacto con el gabinete de Guerra que lidera Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel. La candidata oficial apoya el cese del fuego en Gaza, reclama que Hamas devuelva a los rehenes y guarda bajo siete llaves qué piensa sobre ciertas decisiones que asumió Netanyahu para exterminar a la organización terrorista financiada por Irán.

El 28 de julio hay elecciones en Venezuela, y es probable que para esa fecha Sheinbaum ya sea presidente electa de México. Su posición es clara respecto al régimen de Nicolás Maduro y a la necesidad de un gobierno democrático que termine con la opresión a la sociedad venezolana. Exige comicios transparentes y la plena libertad civil en Venezuela.

Respecto a la guerra ilegal que Rusia libra contra Ucrania, Sheinbaum no ha fijado posición pública durante la campaña electoral. Sólo se le conoce un posteo en su cuenta oficial de X (antes Twitter) que sirvió para respaldar un plan de paz que había presentado AMLO en su discurso por la Independencia de México.

“La guerra en Ucrania solo alimenta a los grandes productores de armas y lastima a millones de personas. La propuesta del presidente @lopezobrador es vanguardista y razonable. Luchar por la paz con justicia es la esencia del humanismo”, publicó la entonces la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

El plan de paz de AMLO quedó en nada, y la situación en Ucrania es compleja por la ofensiva de Rusia y la decisión de Biden de permitir que Volodimir Zelensky pueda usar el armamento de la OTAN para aplacar el avance del Ejército Rojo.

Cuando le pregunten en público, una vez terminada la elección, Sheinbaum insistirá con el concepto de tregua en Ucrania y la apertura de una mesa de negociación entre Kiev y Moscú.

Como sucedió con López Obrador, su posible sucesora no ha exhibido una posición activa respecto a los organismos multilaterales. No ha hecho declaraciones respecto a las Naciones Unidas, ni a la Organización de Estados Americanos (OEA).

AMLO siempre valoró a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), pero se trata de un foro regional con escaso valor geopolítico, que durante la campaña Sheinbaum rescató en medio del conflicto diplomático con Ecuador. En esa oportunidad, la candidata oficial respaldo la petición que hizo López Obrador para que la CELAC suscriba la denuncia de México ante la CIJ por el asalto de la embajada en Ecuador.

“Ha defendido al pueblo de México siempre y ha defendido a la nación y la soberanía. Hoy mismo estuvo con cancilleres de distintos países de América Latina defendiendo a México del asalto que se hizo a nuestra embajada en Ecuador y sin chistar dijo ‘se rompen relaciones’ porque a México se le defiende”, dijo Sheinbaum en un acto partidario en apoyo a AMLO.

La candidata oficialista, si hoy vence en los comicios, hará una apuesta política en el Nearshoring, que es la relocalización de empresas (en México, por caso), con un huso horario similar, que aprovecha la mano de obra de las Gubernaturas y la experiencia de su mano de obra. Se eligen 9 gobernadores en estos comicios, y Sheinbaum apuesta al Nearshoring para mejorar su desarrollo económico.

“Lo que tenemos que buscar es que estas industrias que están llegando a México tienen que estar en polos de desarrollo, como son el caso de los polos del sureste, en otros lugares del país de acuerdo con la vocación territorial de cada uno de los estados de la República”, adelantó Sheinbaum en Ciudad Juarez.

Y completó la candidata: “hay que promover, sobre todo, las industrias de vanguardia que transfieran al país capacidad tecnológica y conocimiento”.

El Nearshoring es una estrategia comercial que busca evitar una ruptura en la cadena de suministros con el objetivo de preservar la producción en escala. En este sentido, Sheinbaum quiere debatir con Washington su propio plan de relocalización de compañías bajo un concepto lineal: todas inversiones podrán llegar a México -no importa su origen, ni su área comercial-, si proponen esquemas de desarrollo a favor de las poblaciones locales.

La posición de la candidata -que ya es conocida en la Casa Blanca- implica que no pondría ninguna barrera legal a China, pese al conflicto geopolítico que enfrenta con Estados Unidos. A Sheinbaum le interesan las inversiones, y si Beijing acerca fondos frescos, ella diría que sí en un primer momento.

En Estados Unidos, Europa y América Latina hay una pregunta que todavía no tiene respuesta. Se vincula al grado de independencia política que ejercerá Sheinbaum respecto a AMLO. No se trata de la perspectiva ideológica, sino de los matices que podrían darse en el ejercicio del poder.

La posible presidenta y su antecesor exhiben idéntica mirada sobre el rol del Estado, pero puede darse un escenario de divergencia sobre la energía renovable, el impacto del Cambio Climático, la agenda de igualdad de genero y la necesidad de viajar al exterior para consolidar las relaciones diplomáticas y describir el programa de Gobierno.

Sheinbaum puede ser la primera mujer en llegar a la Presidencia de México, y no desea quedarse sólo con ese título formal. Pretende marcar una huella, y asume que para coronar esa aspiración necesitará un agenda de Gobierno que se diferencia -en ciertos temas- de la hoja de ruta que trazó AMLO.

La candidata, si gana hoy, tendrá seis años para alcanzar su sueño personal y político.

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