Introducción
1.- En cumpleaños anteriores me limitaba a hacer un escrito de reflexión, recreando algunos hechos que deseaba dar a conocer a las opiniones públicas.
2.- Pero en esta ocasión, con motivo de arribar a los 84 años de edad, porque no estoy en igual buen estado de salud que en pasados aniversarios, como no sé cómo estaré en el próximo onomástico, he querido escribir más de una introspección.
I.- Los consejos de mi madre
3.- Aunque mamá era analfabeta funcional, tenía la habilidad de ser sumamente reflexiva, y no desperdiciaba la menor oportunidad para darme consejos en forma de admonición.
4.- Las advertencias de mi progenitora, en la etapa de mi niñez, me han servido para hoy, en el último período de mi vida, conocer algo del proceder bondadoso o perverso de los seres humanos. Con todo pesar, debo decir que mi amplio trajinar me ha permitido tratar a virtuosos y también a malévolos.
5.- En verdad me sorprende cómo mi madre, con su rústica preparación escolar, percibía de manera precisa las personas nocivas que me correspondería tratar en el porvenir.
6.- Con lenguaje llano, mamá me describía a esos individuos que viciados por el medio dominicano, hoy, con su desagradable presencia, contaminan el ambiente nacional. Ellos son los infecciosos de la sociedad.
7.- Mi vieja hizo posible que sin mucho esfuerzo pudiera descubrir al desagradecido, a ese infame que tanto he tratado y solamente con el tiempo me doy cuenta lo que es el flaco de memoria, el olvidadizo, el ingrato.
8.- Lamentablemente, tenía que tener una larga existencia para darme cuenta de que el hecho de vivir en sociedades degradadas, hace posible tener que codearse con malvados de todos los pelajes, con esos que fastidian y luego se hacen los locos.
9.- Nunca me pasó por la mente que tenía que llegar a la tercera edad para identificar al malvado, a ese bellaco que me simula ser muy bondadoso, no siendo más que eso, un depravado de trato zalamero.
10.- Ese, que mi mamaíta hacía hincapié de que era persona mala, no es otro que el patrañoso, el engañabobos, que para confundir habla mentira, es el embustero que abunda aquí como el plátano, la yuca, el arroz y la batata.
11.- El cuentista, es tan maldito que sabe fingir hasta la lealtad para como impostor aparentar ser muy transparente. Sería prolijo indicar las diferentes maneras de que hace uso el macaneador, el echacuervos, para quedar bien como mentiroso.
12.- Sin temor a equivocarme, puedo decir que en el curso de mis 84 años de edad, he conocido lo que es el desperdicio social, la escoria del orden social dominicano en decadencia, el cual exhibe sus lacras por todas partes.
13.- Ay, mi madre, cómo te recuerdo hoy en mis 84 cumpleaños. A cada instante te tengo más y más presente. Sigue siendo una luz muy potente, un faro, la guía de mi accionar.
II.- He sido víctima de la confianza
14.- Las orientaciones de mamá han contribuido a que me mantenga avispado, algo despabilado, aunque a veces he pecado de torpe, principalmente por comportarme excesivo en el trato, por estar de confianzudo.
15.- Cuánto he sufrido en los últimos tiempos por entregarme a la buena fe de personas que creí nunca me podían fallar. El exceso de creencia, de seguridad, me traicionó.
16.-No tengo razón alguna para quejarme de lo desagradable que en la vida me ha ocurrido, porque lo que he hecho o dejado de hacer, es el resultado de mi exclusiva voluntad. Haber procedido con candidez, es mi culpa y debo asumirla.
17.- Hoy, a mis 84 años de edad, puedo decir que sin darme cuenta he sido objeto de tomadura de pelo, de tremenda canana. Pura y simplemente, me han hecho morisqueta, me han dado changüí. Pero, de todas maneras, prefiero ser víctima de mi buena fe y confianza, antes que engañar a quién deposita su creencia en mí.
18.- Debo estar consciente de que estamos viviendo en una sociedad en la cual nadie puede presumir de sabihondo, porque al más sabio lo timan. No es cuestión de ser muy listo o torpe. En el medio social dominicano, hasta aquel que posee más sabiduría, encuentra quien le convierte en estúpido.
19.- En toda mi vida he tratado de ser realista, y hoy, a los 84 años de haber nacido, tengo que reconocer que vivo, no en la sociedad que soñé y por la que he bregado, sino en una de desvergonzados que moralmente no sirven, pero sobresalen y se destacan como rufianes.
20.- Al cumplir 84 años de edad, no me siento frustrado por el ordenamiento económico y social bajo el cual me ha correspondido vivir, porque no lo he santificado, sino adversado y enfrentado dentro de mis posibilidades.
Ideas finales
21.- Si el 25 de diciembre de 2023, todavía estoy con vida, al igual que ahora, 25 de diciembre de 2022, repetiré que quiero seguir viviendo para continuar ejecutando lo único que me sirve como causa justificada para tener vida: aportar a la lucha para crear un nuevo orden social.
22.- Mi gran deseo es seguir formando parte de la lista de los vivos, para intervenir en el debate de los asuntos de interés colectivo; comportarme como ciudadano comprometido y ejercer mi derecho, por lo que creo conviene para lo que en verdad se llama pueblo dominicano.
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