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Enigmas sobre la doble vuelta electoral

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Aunque ninguna encuesta con credenciales probadas en el país ha proyectado hasta ahora un escenario de doble vuelta en las elecciones presidenciales de este año, la oposición política, en sus diferentes expresiones, ha convertido recientemente la doble vuelta electoral en una especie de consigna o clarinada que anuncia la derrota inexorable de la candidatura a la reelección del presidente Danilo Medina. Exagerando un poco la nota, podría decirse que “la doble vuelta” ha adquirido la categoría de símbolo aglutinador de fuerzas políticas como lo fue en su tiempo la huelga general (Sorel), la revolución (Lenin) o la constituyente (Chávez).

No es que la doble vuelta electoral o balotaje, como le llaman los franceses, creadores de esta regla electoral, no pueda ocurrir este año electoral. La política es contingente, abierta y siempre marcada por imponderables que pueden hacer variar, de la noche a la mañana, cualquier proceso o coyuntura. Lo que llama la atención es la connotación triunfalista que la oposición le ha dado a la doble vuelta en esta fase de la competencia electoral, como si la misma significara la peor de las maldiciones para el proyecto de continuidad en el poder del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Lo curioso del caso es que el punto de partida de este aferramiento a la idea de la doble vuelta como bandera de lucha es una encuesta, la Gallup-Hoy, que le otorga 51.8% de intención de votos al presidente Medina, un 35.7% a Luís Abinader del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y un 4.3% a Guillermo Moreno de Alianza País. Las otras encuestas publicadas en el mes de enero –MP Penn-Grupo SIN, ASISA y Gallup para empresarios- otorgan una ventaja mucho mayor a la candidatura de Medina, pero la Gallup-Hoy es la que, no obstante la cómoda ventaja que le da al candidato del PLD, ha desatado este entusiasmo oposicionista alrededor de la idea de una posible doble vuelta electoral.

Asumiendo para fines de argumentación que, en efecto, será necesario una segunda ronda para el elegir al Presidente de la República, el discurso de la oposición en torno a esta figura, la cual de alguna manera le ha devuelto la vida, presenta ciertos enigmas que el proceso mismo en algún momento habrá de descifrar. Uno de ellos es el más elemental y, a la vez, más importante: si el presidente Medina cae por debajo de 50% es porque la sumatoria de los candidatos de oposición supera este porcentaje. En este escenario: ¿por qué estos candidatos no forjan una alianza electoral desde ya para evitar la segunda ronda y ganar ellos en primera vuelta? ¿Será porque cada uno (a) piensa que quedará en la cima y recibirá el apoyo de los demás? Esta no puede ser una explicación racional porque el único que tiene posibilidades de quedar en segundo lugar es Luís Abinader, lo que implica que, de haber segunda vuelta, el candidato opositor que iría a la misma sería este, por lo que los demás tendrían que apoyarlo para poder ganarle al candidato del PLD. Y si esa es la única opción, ¿por qué no hacerlo desde ya?

Hay otros enigmas. Aceptando –algo perfectamente entendible- que los demás candidatos de la oposición no quieran apoyar a Abinader antes de la primera vuelta como forma de medir sus fuerzas y, en caso de irles bien, tener una mayor capacidad de negociación, ¿cuál estrategia guiará el apoyo a Abinader de los llamados candidatos alternativos? Cualquier observador mínimamente informado debe saber que Guillermo Moreno, el candidato que registra los mejores números entre estos últimos y quien podría hacer la diferencia en una eventual segunda vuelta, no apoyará a Abinader acompañado de Quique Antún y demás dirigentes del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC). Entonces, ¿cómo construir una mayoría triunfante en un momento crucial como ese si los actores políticos han definido apriorísticamente su papel en la competencia electoral? ¿Y los demás candidatos? Según las encuestas ninguno de ellos llega al 1%, pero aún así queda por saber cómo ellos, especialmente Minou Tavares Mirabal, quien ha desarrollado un discurso anti-partidos tradicionales, al igual que Moreno, podrá apoyar la opción PRM-PRSC sin entrar en una insalvable contradicción con su predicamento político.

Da la impresión que en el mejor escenario para la oposición –necesidad de una segunda vuelta-, sus diferentes candidatos se encontrarán en una encrucijada “a la española”, esto es, en un escenario en el que tienen que aliarse para lograr determinados objetivos políticos, pero el bloqueo mutuo entre ellos es tan grande que no hay forma posible de que se materialice dicha alianza. De ser así, las condiciones serían altamente favorables al presidente Medina para obtener un triunfo en segunda vuelta en el, hasta ahora, improbable caso de que esta se lleve a cabo.

En esta discusión sobre la doble vuelta electoral vale una reflexión adicional. Cuando se introdujo la regla en la reforma constitucional de 1994, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y sectores de la opinión pública afines a este partido, denunciaron esta medida como una mala jugada del PLD y el PRSC con el único propósito de evitar el triunfo del PRD, especialmente del Dr. José Francisco Peña Gómez. Ciertamente, en las elecciones de 1996 este último no pudo llegar a la presidencia por la existencia de este requisito que hizo posible el triunfo del Dr. Leonel Fernández en segunda vuelta. Pero de ese tiempo hasta ahora, especialmente a partir de las elecciones de 2004, la doble vuelta electoral se ha presentado como la única tabla de salvación, primero para el PRD y ahora para el PRM, ante la ventaja que en cada elección presidencial le ha llevado el PLD a su principal contendiente. Es una ironía de la historia que sea precisamente la fuerza política que repudió en su momento esta regla electoral la que más la haya invocado y, consecuentemente, legitimado. De hecho, en esta oportunidad la ha convertido, junto a los demás candidatos opositores, en una especie de credo político que anuncia la derrota del candidato presidencial del PLD. No es lo que hasta ahora proyectan las encuestas, pero solo el tiempo dirá.

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