Construir consensos alrededor de temas de interés para la colectividad es una de las funciones de la acción política, y quienes actuamos en la esfera de la política debemos estar muy atentos a cómo piensa la gente, qué le preocupa, cuál es su agenda.
Las encuestas y sondeos de opinión resultan muy útiles para tratar de entender las valoraciones sociales acerca de hechos y situaciones de interés. Pero estas herramientas no son las únicas ni tampoco son suficientes para formarse una visión de conjunto sobre las percepciones de los diversos estamentos sociales.
Quienes nos dedicamos a construir consensos debemos utilizar también otros medios para estar atentos a las percepciones sociales. Algunos de estos medios son digitales como las redes sociales y las herramientas y aplicaciones de información y comunicación. Pero otros son más sencillos y tradicionales, como la interacción directa con la gente, con aquellos que pueden expresar llanamente su opinión o percepción acerca de temas que llaman nuestra atención.
Una parte importante de la acción política, por lo tanto, es la interacción personal con la gente, la atención a las inquietudes que expresan las personas sobre temas que están o podrían convertirse en parte de la agenda pública. Los que ocupamos posiciones de gobierno debemos tratar de superar la dificultad de que nuestro entorno suele estar muy condicionado por la pertenencia o cercanía a las élites sociales, económicas y políticas.
Una buena forma de superar estos condicionamientos consiste en tener en nuestra “vida civil” una serie de interacciones o relaciones que nos provean de las oportunidades de saber cómo piensa la gente. Estas relaciones son necesarias para mantenernos enfocados en las prioridades de las personas, que son, en primera instancia, a las que nos debemos. Escuchar atentamente, entonces, es una actitud sustancial para la acción política contemporánea.