Vi el reciente escarceo mediático sobre las barbaridades que dice un “productor de contenido en redes” apodado Alofoke, de enorme popularidad entre las anchas franjas marginales de la sociedad dominicana. Las autoridades lo invitaron a conversar sobre su influencia y éste reaccionó anunciando su retiro como figura mediática pues su éxito como empresario exige que atienda más al negocio que a su farandulismo.
Es un síntoma terrible de la contemporización que nos malea, por acomodarse o aceptar las vulgaridades, inmoralidades o ilegalidades, dictadas por el mal gusto ajeno, para lograr un fin ulterior como por ejemplo no incordiar al responsable para lograr simpatía política o favorecimiento comercial.
En países donde hay real imperio de la ley, el uso de un bien común del dominio estatal como el espectro electromagnético, imprescindible para las telecomunicaciones, está regulado no sólo para garantizar la libertad de expresión. También prohíbe que el orden público, que incluye el respeto a las buenas costumbres, sea alterado con excesos, proclamas sediciosas y similares abusos de la libertad. Que la autoridad deba rogar para imponerse es espeluznante.