Rafah (Gaza).- Destrucción por todas partes. Esta es la descripción de la situación en Gaza que dieron algunas de las 41 personas con ciudadanía española que empezaron a salir este lunes de la Franja hacia Egipto, desde donde serán evacuados rumbo a España.
«Estábamos muy mal, no había gas, agua ni comida, los alimentos que quedan están cada vez peor» y hay «bombardeos por todos lados», apuntó a EFE Amelia Julia Sayans, española de 70 años y casada con un gazatí que logró cruzar esta mañana el paso fronterizo de Rafah, que conecta la Franja con la península egipcia del Sinaí.
Como otros cientos de miles de personas, Sayans estaba desplazada al sur con su familia, a la ciudad de Jan Yunis, tras haber huido de la localidad norteña de Beit Hanoun, «totalmente destruida» por los bombardeos israelíes, y donde su casa familiar quedó «cien por cien» hecha escombros tras 38 días de guerra entre Israel y Hamás.
Esta anciana cruzó sin su marido palestino: «He estado detrás de él para que venga conmigo y no le pude convencer, quiere quedarse y esperar a recoger lo que haya entre escombros» de su casa en el norte, donde las fuerzas israelíes fueron tomando control e instan a que la población civil que queda en la zona se desplace al sur.
Sayans salió sola y tampoco pudo irse con sus hijos, que siguen refugiados en el piso de una familia que les acogió en Jan Yunis.
Se apuntaron para salir juntos, pero hoy no estuvieron incluidos entre las más de 500 personas extranjeras o con doble ciudadanía de la lista de la Autoridad General de Cruces y Fronteras de Gaza, bajo control de Hamás, y que se coordina con Egipto para la evacuación.
Las personas con pasaporte español salen a partir de hoy en tandas de entre 30 y 40, y Sayans espera que sus hijos puedan salir mañana, pero por ahora «siguen esperando», decía «nerviosa» tras semanas y semanas de ataques y profunda crisis humanitaria.
«Nos despertamos por la noche cuando disparan o bombardean, la comida está muy mal, cada vez encontrabas menos. El agua se tenía que ir a buscar, había que subir bidones, pero no está en buenas condiciones, no es higiénica, es como agua de mar, salada», dijo, añadiendo que tiene esperanzas que cuando la guerra acabe pueda volver para estar con su marido.
Otros, como Kamal Ukasha, oftalmólogo palestino de cincuenta años y con ciudadanía española, salía con su mujer y sus seis hijos empezar una nueva vida en España, donde ya tiene a dos otras hijas.
«Buscaremos un lugar donde trabajar en España», decía con cierta esperanza de salir de la «destrucción total» que quedó en la Franja.
Según añadió, «la guerra ha sido extremadamente difícil para todos», y se quedó sin nada después de que los bombardeos destrozaran su clínica en la ciudad de Gaza.
«Tenía un centro médico privado y quedó completamente destrozado al inicio de la guerra», declaró este doctor en la ciudad norteña de Yabalia, donde relata también escenas de extrema destrucción.
«De camino de Yabalia a la ciudad de Gaza, en general se ve todo destruido, y en Gaza ciudad igual», agregó.
Como muchos otros de los 2,3 millones de residentes del enclave, reiteró que ahora «no hay lugar seguro en Gaza», y que el desplazamiento hacia el sur fue «muy complicado».
«Mataron a gente mayor, a niños, a ancianos, a todo animal, la destrucción es total», lamentaba junto a su familia poco antes de cruzar a Egipto y abandonar la Franja sin perspectivas de saber cuando volverá.
En total, la comunidad con pasaporte español de Gaza es de unas 180 personas, y ahora se estima que podrán salir 200 personas, incluyendo cónyuges y familiares, que tras llegar a Egipto serán evacuados a España.
«Es una situación inimaginable, ni en las películas de terror», lamentó hoy Salah el Sousi, de 73 años y coordinador de la comunidad española en el enclave que también estaba incluido en las listas para salir hoy.
Tras más de un mes de guerra, que ha dejado más de 11.100 palestinos muertos, «el mundo se ha olvidado» de Gaza, afirmó con pena este hombre, que ya fue evacuado de Gaza en la guerra de 2014.