Evocación y reto

En la guerra de abril de 1965, Fernández Domínguez desempeñó un papel de primera línea y murió en medio de una emboscada tendida por tropas estadounidenses cuando intentaba tomar el Palacio Nacional para afianzar la victoria de los constitucionalistas.

En el aniversario 55 de la Revolución de Abril de 1965,  que evoca el espíritu combativo y patriótico con el cual el pueblo dominicano escribió páginas heroicas en la historia contemporánea, en defensa de la soberanía y la independencia nacional, la ocasión es propicia para rememorar ese acontecimiento y rendir tributo a quienes defendieron el suelo patrio, mancillado por tropas militares de Estados Unidos.

Aunque el pretexto para la intervención era el supuesto intento de establecer en la República Dominicana un régimen comunista, lo que equivaldría a otro gobierno similar al instaurado por Fidel Castro y su revolución en Cuba, un puñado de patriotas dominicanos le demostró al imperio que el honor y la defensa nacional estaban inspirados en la lucha y los ideales de los fundadores de la nacionalidad dominicana.

A pesar de una gran desigualdad numérica y en cuanto a armamentos y equipos y prácticamente sitiados en Ciudad Nueva, los constitucionalistas combatieron fieramente y vencieron a los invasores, dando un ejemplo al mundo en la defensa de la libertad y la democracia.

Parecería que en esos combates en que la poderosa fuerza invasora no pudo hacer claudicar a los constitucionalistas, éstos tuvieron siempre como infranqueable estandarte estas dos emblemáticas estrofas del Himno nacional:

Ningún pueblo ser libre merece si  es esclavo indolente y servil; si en su pecho la llama no crece, que templó el heroísmo viril, mas Quisqueya la indómita y brava, siempre altiva la frente alzará; que si fuere mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá.

En este nuevo aniversario de esa epopeya patriótica, justo es recordaros al líder de la revolución constitucionalista, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y  a su ideólogo, el coronel Rafael Fernández Domínguez, que tenía como objetivo luchar por la restauración del derrocado gobierno constitucional del profesor Juan Bosch.

En la guerra de abril de 1965, Fernández Domínguez desempeñó un papel de primera línea y murió en medio de una emboscada tendida por tropas estadounidenses cuando intentaba tomar el Palacio Nacional para afianzar la victoria de los constitucionalistas.

Ambos demostraron que no luchaban por ambiciones personales sino en defensa de  la libertad y la democracia que con sus altas y sus bajas disfruta la República Dominicana, gracias al sacrificio de  ellos y de otros valientes combatientesa que dejaron de lado el disfrute individual y hasta sus familias para integrarse a la liberación nacional. Por eso son reconocidos como verdaderos héroes nacionales y el mejor tributo a su entrega debe ser la lucha por preservar en el país la libertad y un verdadero estado de derecho con instituciones fuertes, creíbles que garanticen justicia, equidad y el pleno disfrute de los derechos humanos.