Facilísimo

Con la excelente labor de casi todos los directores de la DGII en las últimas décadas, no debería ser muy difícil, pero sí incómodo.

Es un misterio para mí que ningún Gobierno decida utilizar la más eficaz herramienta a su disposición para combatir la corrupción, estatal y privada. Los propios políticos, estén arriba o abajo, insisten en preferir y defender las declaraciones juradas que presentan funcionarios que administran fondos públicos. Ello sólo basta para ponerse chivo.

Algunos alegan un patrimonio neto de cientos de millones. Otros se “chiquindolean”; dan ganas de mandarles alguna ayudita. Quizás para solucionar las dudas, o el abuso de estas declaraciones para acomodar mentiras o disfrazar verdades, lo mejor sería eliminarlas por inútiles. Simplemente deberían bastar las declaraciones del impuesto sobre la renta. Así es como lo hacen en los Estados Unidos y la Unión Europea.

No se trata de lo que usted alegue tener o no tener, sino de cómo cumple usted con sus obligaciones tributarias, según su estilo de vida, sea pelotero, médico o empleado. Con la excelente labor de casi todos los directores de la DGII en las últimas décadas, no debería ser muy difícil, pero sí incómodo.