“Si pudiéramos vivir en otro lugar, no estaríamos aquí”: Familias del Capotillo regresan al lodo tras inundaciones

Adela Pinales, quien ha vivido por más de 30 años en el barrio, relató que perdió casi todas sus pertenencias, incluyendo la cama, la nevera y otros enseres que con esfuerzo había logrado adquirir.

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Santo Domingo.– Después de siete días refugiadas en la Escuela Básica del sector, al menos 39 familias del barrio El Túnel en Capotillo regresaron a sus viviendas, donde el lodo, los ajuares dañados y el olor a humedad evidencian la magnitud de las inundaciones que las obligaron a desplazarse.

Adela Pinales, quien ha vivido por más de 30 años en el barrio, relató que perdió casi todas sus pertenencias, incluyendo la cama, la nevera y otros enseres que con esfuerzo había logrado adquirir.

Se me dañó todo mientras intentaba rescatar lo poco que el lodo no cubrió. Si tuviéramos la posibilidad de vivir en otro lugar, no viviéramos aquí, porque sabemos el riesgo que corremos”, expresó con resignación.

“Nos mandaron de nuevo al lodo”

Otras residentes, como Gilda Arias, cargaban entre tablas húmedas y colchones empapados lo poco que lograron salvar. Aseguraron que no debieron ser sacadas del refugio tan pronto.

    “Si el río bajó, debieron dejarnos hasta el sábado. No, ellos de una vez lo mandan a uno para el lodo, a nadar en el mismo río, porque ahorita puede volver la marea otra vez para adentro”, denunció Arias mientras regresaba a su vivienda.

    Durante la semana que permanecieron refugiadas, las familias temían que el río volviera a subir, una preocupación que sigue latente ahora que están de vuelta en sus casas. “Uno no está muy seguro del río, porque puede subir de nuevo, está luchando con que venga más agua”, comentó una de las afectadas.


    Esfuerzo comunitario y ayuda limitada

    Mientras tanto, unidades del Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional colaboraban en la limpieza de viviendas y en la remoción de escombros. En el suelo mojado aún se observaban juguetes sucios, documentos mojados y paredes marcadas por el nivel que alcanzó el agua.

    Los comunitarios temen que el caudal del río, que pasa junto a las viviendas, vuelva a aumentar y provoque otra tragedia. “He perdido todo, hasta los pies los tengo pelados, pero no tengo dónde irme; tengo que aguantarme”, lamentó una vecina, reflejando la dura realidad de quienes lo han perdido todo.



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