El ser humano tiene una extraña necesidad de atribuir su fé a objetos materiales y a querer volver terrenal algo como la fé, que por definición misma es la creencia en lo que no se ve. Somos capaces de atribuir un gran valor a un objeto pequeño bajo la creencia de que nuestra salvación está en venerar algo material. Pensamos que un objeto, el cual realmente no tiene ninguna presencia divina es capaz de salvarnos en vez de trabajar arduamente por recibir recompensa.
El problema de muchos pueblos latinoamericanos es que pensamos que encendiéndole una vela a un Santo, las cuales de Santería realmente no tienen nada sino que son simplemente envases de vidrio rellenos de parafina con una etiqueta que ha sido impresa en cantidades industriales en una imprenta, pretenden ser salvados y pasar a una vida de plenitud perpetua. Lo vemos en todas las Iglesias. Los mismos curas promueven un fanatismo idílico que no conduce a nigun camino positivo, cuando realmente lo que deberían promover es que las personas estén más en contacto con su espiritualidad, porque sinó que pasaría si cierran las Iglesias? Dejaría de haber un Dios?
El fanatismo, el idealizar a personas y a objetos antes que a un Dios lleva al apego terrenal y a la infelicidad, porque nos vuelve obsesivos con rendir cuentas a lo tangible y a querer materializar la fe, la felicidad y la creencia misma de que hay un Dios que vela por el bien; un Dios que no tiene cara y un Dios que no pasa factura porque es un Dios del perdon y no del castigo, el Dios que está en contra de la corrupción, de la mentira y que vela por que nuestro país pueda cambiar.
Recomendación de la Semana: Visitar la Feria del Libro.