Cumplir con la palabra dada aleja al político de la demagogia, el populismo y el descrédito; muchos prometen lo que no se va a cumplir y huyen de lo correcto, otros son honestos y plantean la realidad sin maquillarla, proporcionando esto último fama y reconocimiento.
Los funcionarios del gobierno son la garantía de que se cumpla la palabra o promesa de un Presidente, si ellos quedan mal peor se ve el mandatario y por supuesto pierde el país; cuando se asume una función pública usted está poniendo en juego su prestigio, o pasa la prueba o se quema.
Ser funcionario no consiste en estar felicitando al jefe del Estado por decisiones que se consideran acertadas, tampoco es vanagloriarse de hacerlo bien, porque para eso usted ha sido designado; ser cabeza de una entidad pública debe ser un honor en el que las actuaciones hablen por sí mismas.
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