Se hace difícil a muchos dominicanos reconocer cuánto hemos avanzado en las últimas décadas en la gestión de empresas públicas y privadas. La gobernanza corporativa es un tema de primer orden en economías cuya transparencia posibilita la democratización de la propiedad y la operación de bolsas de valores.
Por ejemplo, el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, al hablar ante la Asociación de Bancos de Ahorro y Crédito y Corporaciones de Crédito, destacó que la robustez del sistema financiero, con indicadores prudenciales muy positivos, se debe en gran medida a la calidad de sus consejos de directores y las exigencias de la legislación monetaria y financiera.
De manera inversa, digo yo, en empresas estatales cuyos consejos fueron desmantelados para facilitar ciertas operaciones sin molestias por la supervisión, los resultados han sido catastróficos. Ninguna de las EGE o la ETED, en generación y transmisión, ha presentado las escandalosas deficiencias de las distribuidoras, cuyos consejos directivos fueron unificados como comités gomígrafos bajo el espurio alegato de que resultaban muy costosos.
La excelencia en la gobernanza corporativa siempre será un estorbo para genios, soberbios, malandros y corruptos.
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