Se ha desatado una guerra mundial económica donde los aranceles son la principal arma y como siempre el pueblo será quien sufra las peores consecuencias; el creador de este enfrentamiento es sólo un hombre (Donald Trump) cuyo nombre no será tan fácilmente olvidado, por lo desquiciado que ha sido.
En esta guerra el patriotismo ya no es puesto a prueba con frases retóricas, sino con respuestas proporcionales a los ataques arancelarios del inquilino de la Casa Blanca; obviamente solo serán capaces de enfrentarlo aquellos que son lo suficientemente fuertes y poco dependientes del tío Sam, entre los cuales no está nuestro país.
Las consecuencias resuenan a nivel mundial, el que domina el imperio ha tomado las medidas, ya sea por venganza o por retorcida convicción; a todo esto y al acecho está China, las políticas trumpistas que aíslan a Estados Unidos, globalizan aún más al gigante asiático.
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