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Batalla Electoral 2024

Hacer del PLD una organización horizontal para la nueva política

Con cierta inspiración en dos artículos publicados en el periódico El País: “Francisco: Es el inicio de una Iglesia con organización más horizontal”  sobre el Papa Francisco y «La vieja guardia y la nueva política” de Antoni Gutierrez Rubí;  a través de estos prismas trato de interpretar activamente –desde adentro– la realidad del conglomerado del que formo parte, el Partido de la Liberación Dominicana en el contexto de su VIII Congreso Comandante Norge Botello.

En la concepción clásica del partido sus distintos organismos son instrumentos de gestión de los servicios que el mismo necesita. Son una mirada sobre nuestro país y el mundo que nos rodea, desde una visión partidocéntrica, que tiene su origen en aquella máxima de “servir al partido para servir al pueblo”, que concibiera el Profesor Juan Bosch al fundar el partido como un instrumento al servicio del pueblo dominicano. Tanto los comités Central y Político, como sus comités Intermedios y comités de bases, se conciben como órganos al servicio del pueblo dominicano a través del Partido.

Los males más graves que afligen a nuestro pueblo son: la pobreza, la falta de educación y la inseguridad; que afectan de manera directa a los jóvenes, los adultos mayores y los niños, aquellos que tienen más necesidad de cuidado y compañía. «Los jóvenes necesitan formarse, trabajo y esperanza, pero sienten que no lo tienen, y el problema es que ya no lo encuentran. Están aplastados por el presente. Y dígame: ¿se puede vivir aplastado por el presente? ¿Sin memoria del pasado y sin el deseo de proyectarse al futuro construyendo un proyecto, un porvenir, una familia…?”, se pregunta Francisco en la entrevista, y pienso que esas inquietudes son válidas para lo que se vive en la actualidad en la República Dominicana.

Continúa Francisco, «el llamado liberalismo salvaje convierte a los fuertes en más fuertes y a los débiles en más débiles y a los excluidos en más excluidos. Se necesita gran libertad, ninguna discriminación, no demagogia y mucho amor por nuestro pueblo. Se necesitan normas de comportamiento y también, si fuese necesario, la intervención directa del Estado para corregir las desigualdades más intolerables.» Insisto: pareciera que el papa nos está indicando algo muy específico a los dominicanos en general, especialmente a los que hacemos nuestra vida política en el PLD.

Algunos afirmarán que estas necesidades señaladas por Francisco son las mismas que hace veinte años, o diez quizás. Pero los acentos y matices de la declaración del papa se acentúan cuando nos damos cuenta de cómo ha ido cambiando y continúa cambiando la sociedad global y, dentro de ella, la dominicana. Vivimos en una sociedad red en la que la percepción acerca de la pobreza relativa, la carencia de oportunidades y las condiciones de indignación o de esperanza se generan y se esparcen como nunca antes.

Es innegable que, por su parte, el Partido de la Liberación Dominicana es un partido “tenaz y correoso hasta la extenuación. Se dobla como el junco para no romperse, para intentar volver −siempre que puede− a la desafiante verticalidad, fiel a su instinto natural. Sabe que con el viento en contra, la flexibilidad, la paciencia y la resistencia son claves”, como expresa la caracterización que hace Antoni Gutiérrez-Rubí sobre Rubalcaba y que parece pensada para el PLD.

Me preocupa que «cuando no se entiende y no se comprende a la sociedad a la que se quiere servir y representar, todo es muy difícil, cuando no imposible, si se quiere transformar la realidad, no solo gestionarla”. La sociedad dominicana de este tiempo requiere ser transformada, por lo que se nos impone un cambio de modelo y de paradigma de desarrollo.

Pero “en política saber lo que hay que hacer no siempre es suficiente, aunque es condición necesaria. Se necesita −precisamente− hacerlo, tener el coraje para hacer posible lo necesario, convertir lo importante en urgente, y no al revés: reducir lo urgente al cálculo de las correlaciones de fuerzas (las propias, las del contexto y las circunstancias)”.

De los integrantes del PLD “casi nadie, sin prejuicios ni sectarismo, discute su inteligencia y astucia. Pero el PLD no solo necesitará inteligencia, sino coraje, determinación y audacia.” De esto debería ir, creo, su VIII Congreso: de sustituir ortodoxias, prácticas y herencias por nueva política. Cuando un partido pierde el combate por la modernidad no puede servirle a su pueblo como instrumento de transformación ¿Tendremos el arrojo que nos hace falta?

 

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