Puerto Príncipe.- La fuerza multinacional para Haití está más cerca de convertirse en una realidad tras su aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU, una oportunidad que, según expertos, el país debe aprovechar para superar la extrema crisis actual y recuperarse en un abanico de aspectos que van desde la soberanía nacional hasta la seguridad.
Un año después de que el primer ministro haitiano, Ariel Henry, pidiera el despliegue de esa fuerza debido a la creciente violencia a la que está sometido el país y la crisis en todos los órdenes que sufre, la misión, a cuyo frente estará Kenia, va tomando forma y se espera que en un tiempo no precisado llegue al país, donde permanecerá por un período de un año prorrogable.
«Tenemos que aprovechar su presencia para hacer todo lo posible para evitar que el país vuelva a la misma situación», declaró a EFE Guichard Doré, profesor de la Universidad de Haití. Si bien afirmó que en esta fase se necesita su presencia («no creo que Haití tuviera elección»), no cree que «sea la solución porque el problema es más profundo».
Por ello, instó a establecer una agenda nacional y señaló que todas las élites deben dar un paso al frente y determinar las prioridades del país.
Las tareas que hay por delante no son pocas. En opinión de Doré, el Gobierno debería provechar la presencia de la fuerza multinacional para poner en marcha los servicios que Haití necesita en términos de seguridad, pues ha quedado patente que la Policía Nacional está «desbordada» y por sí sola no puede proporcionar seguridad a un país que está en gran medida bajo control de las bandas armadas.
Además, el Ejército tendría que reformarse y tomar el control de las costas, se debería crear, entre otros organismos, un servicio central de inteligencia y un Consejo Nacional de Seguridad y Defensa y habría que reforzar la justicia.
«Si impiden que el Gobierno haga todo esto, les garantizo que volveremos a los mismos problemas porque, desde que nació, el país siempre ha sufrido atentados contra la seguridad nacional», alertó Doré.
A su juicio, las acciones que llevan a cabo las bandas son atentados contra la seguridad nacional, al controlar las carreteras que dan acceso a las zonas de entrega de mercancías o las reservas estratégicas de petróleo para impedir que la gente pueda desplazarse, los miembros de esos grupos armados atacan al Estado.
De hecho, en Haití la situación es caótica y hay problemas de seguridad, en especial en Puerto Príncipe, Artibonite y Plateau Central.
En el país más pobre de América se han convertido en algo habitual y no dejan de crecer los asesinatos, las mutilaciones, los secuestros y las violaciones sexuales: según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, al menos 2.439 personas han muerto en lo que va de año a consecuencia de la violencia de las bandas y 951 han sido secuestradas.
Ante esta violencia, miles de haitianos han huido de sus casas, se han convertido en desplazados internos y malviven en campamentos improvisados sin los más elementales servicios básicos.
Frente a ello, ahora la mayoría de la población se decanta por que llegue la misión multinacional al país. Está agotada y quiere que se ponga fin a la actual situación.