SANTO DOMINGO. El descubrimiento de una mochila con varios paquetes de una sustancia sospechosa en la embarcación que llegó a las costas dominicanas podría cambiar la narrativa de la crisis migratoria que atraviesan miles de africanos en su desesperado intento por llegar a Europa. Las autoridades dominicanas, que sospechan que la sustancia es cocaína, han encendido las alarmas sobre una posible nueva modalidad en el tráfico de drogas, una que implica a los propios migrantes como involuntarios correos humanos.
Este hallazgo cobra mayor relevancia cuando se pone en contexto con las rutas de tráfico de drogas en África Occidental, una región que se ha convertido en un punto crítico en la cadena de distribución de narcóticos hacia Europa. José Naranjo, un periodista experto en migración africana, recuerda cómo Senegal ha emergido como un importante centro de tránsito de drogas provenientes de América Latina, específicamente de países como Colombia y Venezuela.
La ruta de la droga desde América Latina a Europa, a través de África, no es nueva. Sin embargo, la utilización de embarcaciones tipo cayuco, cargadas de migrantes desesperados, como medio de transporte para estas sustancias, representa un perturbador giro en la crisis. «Sería la primera vez que se intenta introducir droga en Europa utilizando este tipo de embarcación», subraya Naranjo. Hasta ahora, estas embarcaciones eran sinónimo de esperanza y tragedia, pero ahora, se enfrentan a la posibilidad de convertirse en un vehículo del crimen organizado.
La situación plantea serias implicaciones no solo para los países de origen y destino de estos migrantes, sino también para la República Dominicana, que se encuentra en medio de una crisis humanitaria y ahora también de seguridad. La llegada de estas embarcaciones cargadas de droga podría desestabilizar aún más la región, que ya enfrenta múltiples desafíos relacionados con la migración irregular.
Mientras tanto, las autoridades dominicanas trabajan contrarreloj para identificar las osamentas de los fallecidos y coordinar con las familias de las víctimas, muchas de las cuales están en África, para que puedan dar un cierre digno a esta tragedia. Según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), ya se ha completado más del 75% del proceso de identificación de los restos, pero la falta de muestras de referencia provenientes de los países de origen podría retrasar la repatriación.
Este caso no solo desafía a las autoridades locales, sino que también subraya la necesidad de una cooperación internacional más estrecha, tanto para combatir el tráfico de drogas como para gestionar la crisis migratoria de manera más humanitaria y efectiva.
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