Miami.– El dramaturgo cubano Carlos Celdrán, Premio Nacional de Teatro 2016 en su país y actualmente radicado en España, se presenta en Miami (Florida) con «Hierro», una obra sobre José Martí (1853-1895), el prócer de la independencia de Cuba, alejada de la biografía «editada», pero no desmitificadora.
«Yo no intento desmontar a Martí o criticar a Martí. Yo amo a Martí. ‘Hierro’ parte de un amor y una identificación, lo que trato es de presentar sus contradicciones humanas para entenderlo más», dice Celdrán a EFE en el Miami Dade County Auditorium, donde la obra, producida por Arca Images, se estrena este jueves en EE.UU.
«Hierro», el mismo título de un poema del llamado «apóstol» y «mártir» de Cuba, que fue poeta y ensayista, se centra en la vida privada de Martí, la que «no sale en escena ni se discute en las escuelas», la vida de un hombre «grande» pero «normal» que discute con su esposa e incluso enfrenta una posible infidelidad.
Todo lo que aparece en escena sucedió en Estados Unidos, donde Martí vivió exiliado, con viajes a otros países intercalados, desde comienzos de la década de los años 80 del siglo XIX hasta que regresó a Cuba en 1895, el año en el que falleció en combate luchando contra las fuerzas militares españolas.
Celdrán estrenó esta obra en La Habana, pero las representaciones debieron ser interrumpidas por la pandemia de covid-19 en 2020 y cuando Arca Images le propuso traer «Hierro» a Miami no se lo pensó dos veces.
En el elenco, encabezado por Caleb Casas, Daniel Romero, Claudia Valdés y Rachel Pastor, hay algunos actores del montaje de la obra en Cuba.
MARTÍ ES PARA TODOS LOS CUBANOS
A una pregunta de EFE sobre si cree que los cubanos de aquí y los de la isla sienten lo mismo por Martí, dice que el prócer sigue siendo un motivo de unión.
«Yo creo que el ideario de Martí toca todos los cubanos donde quiera que estén y de cualquier ideología», dice, y recuerda que Martí proponía una república donde cupieran todos los cubanos sin importar donde estuvieran o cómo pensarán en política.
En «Hierro» verán un Martí «inédito y secreto», pues su biografía oficial ha sido «lavada y editada», subraya.
Los angloparlantes también podrán disfrutar de «Hierro», que se representa en español, mediante un servicio de traducción simultánea a través de auriculares inalámbricos.
No es la primera vez que Celdrán, quien en 1996 fundó en Cuba Argos Teatro y ha producido obras propias y de Brecht, Beckett, Ibsen, Strindberg y otros autores clásicos, se presenta en Miami.
A esta ciudad, como a otras de EE.UU., llegó la premiada «Diez millones», cuando el dramaturgo todavía vivía en Cuba.
Ahora está radicado en Madrid, donde ya se ha representado otra obra suya, «Discurso de agradecimiento», y está tratando de abrirse camino en una ciudad que, según dice, es hoy en día una «capital teatral internacional».
Nieto de españoles y con nacionalidad española, Celdrán está tratando de «no salirse» de lo que es su marca en el teatro. «Yo lo que trato es trabajar el punto humano, los personajes, pero siempre hay un trasfondo político y social», dice.
EN LUCHA CONTRA EL ESTEREOTIPO Y LAS VISIONES EXTREMAS
Ahora está escribiendo un texto que posiblemente se representará el próximo año en Miami y en España, un país, dice, donde hay «muchos estereotipos» sobre Cuba y también posicionamientos extremos sobre la revolución y la vida actual de los cubanos.
«En España la gente tiene de Cuba siempre una visión utópica o una visión crítica», subraya Celdrán, a quien lo que le interesa es que haya «empatía del espectador hacia los personajes».
Los estereotipos, «el primero sería la isla del amor, del buen sexo, nos ha perjudicado mucho», dice el dramaturgo.
«Yo presento el alma de los cubanos, yo lucho contra ese estereotipo claro y a veces ellos se sorprenden porque esperan de Cuba que sea cómico, que sea ligero, que sea simpático», subraya.
De sus últimos tiempos en su país, dice que «hacer teatro en Cuba no es fácil» no solo por la carestía de recursos económicos.
«Siempre estás en un diálogo complicado con lo censurable, con los límites de lo decible. Y lo burlas, lo superas, lo expandes un poquito más allá en la medida que haces un teatro donde puedas escapar de esa frontalidad», concluye.
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