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Ilusiones de una niña y un niño

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Alexa, 6 años, me encomendó un día buscar a Danilo Medina donde sea para decirle que ella es tan danilista como él, o más. Y que cuando sea doctora, bailarina, periodista y profesora, le gustaría trabajar con él. Desde entonces, cada vez que hablamos, siempre me pregunta si le di el mensaje al Presidente. Al contestarle negativamente, me reprocha. Su hermano Axel, 8 años, tímido, la secunda.

Esta parejita mía, con residencia en Tenares, provincia Hermanas Mirabal, en el nordeste del país, se enamoró de ese político desde que entró en calor la competencia con el candidato del opositor Partido Revolucionario Dominicano, Hipólito Mejía. Chistosa y con don mando envidiable, ella llegó a advertirme que “no te quiero ni cerca de Hipólito; solo  acepto que sea caco pelao como él porque eres mi papá”.

De Danilo se aprendió los jingles, las divisas, trozos de discursos, su cantadito sureño en el hablar y hasta su manera particular de caminar. Durante la campaña, a diario sorprendía con una coreografía nueva y simulaba entrevistas de televisión a su preferido, imitando a su madre.

En cambio, cuando yo le mencionaba a Hipólito, se tapaba los oídos y gritaba a toda garganta en señal de rechazo. Más allá de influencias familiares, la propaganda del oficialismo sobre los inoportunos chistes de este candidato, sobre todo el de la negación de una computadora a una colegiala, le crearon –más a ella que a él– una actitud de repudio que aún dura.

No conforme con eso, les he preguntado repetidas veces  por qué Danilo. Y coinciden.

Axel: “Tony, yo quiero vivir en un país sin niños con hambre, que no se enfermen, que vayan a la escuela… que no maten a las mujeres, que no haya delincuentes, que no me secuestren… Quiero vivir en un país donde no maten a tiros, que no violen a las niñas y que haya juguetes para todos los niños, y que no haya casitas con hoyos, cayéndose…”

Alexa siguió con su común comparonería: “Y que haya muchas muñecas y mucha comida en las casas y que no se vaya la luz y que haya mucho trabajo para producir dinero y que no haya hoyos en las calles y que no haya pobres.  Hipólito le habla mal a la gente pobre; Danilo no”.

Alexa y Axel asocian a Mejía a lo malo y ven en Danilo la solución de esos males. Sienten una ilusión sin límites con el nuevo presidente; tanto que me regalaron una camisa morada el día de mi cumpleaños, el color de la bandera del partido en el poder. Aspiro a que no se frustren.

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