Redacción Internacional.- El desarrollo de la impresión en 3D está ayudando el desarrollo de la fabricación de órganos artificiales, sobre todo servirá para la creación de órganos humanos complejos como corazones y riñones en el laboratorio.
En la actualidad, algunos laboratorios están trabajando con impresoras 3D con el fin de imprimir órganos artificiales capa por capa a partir de tejidos humanos.
Cabe recordar que la impresión 3D es una de las grandes tendencias de los últimos años en el terreno tecnológico.
Las impresoras 3D forman parte de lo que se conocen como procesos de fabricación aditiva. Todos los procesos de fabricación aditiva tienen en común el hecho de que pueden generar geometrías muy complejas de una forma muy rápida. En todos los casos, los objetos presentan una textura material de capas muy finas, casi imperceptibles.
Al parecer, habrá que esperar, según los científicos, entre 30 o 50 años para que los trasplantes de este tipo de órganos sean procedimientos quirúrgicos de bajo riesgo y bajo rechazo por parte de portador humano.
De hecho, en 2016 fue cuando se implantó el primer corazón artificial de España, en la Clínica Universidad de Navarra, en un paciente de 47 años.
Por el momento se han conseguido producir prótesis, huesos, cartílagos y tejido muscular, así como ovarios artificiales. En 2019, investigadores israelíes incluso imprimieron un corazón a partir de tejido humano, aunque también se trata de una técnica que necesita seguir desarrollándose.
Nuevos avances en la investigación, junto con el incremento de la tasa de donantes, son por el momento las mejores opciones para aquellos pacientes que están esperando un órgano.
El páncreas es otro órgano que está centrando los esfuerzos de investigación en órganos artificiales, ya que la cuestión afecta a los 422 millones de diabéticos que hay en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
Hasta ahora, los diabéticos debían tomar o inyectarse medicación de forma periódica, aunque en los últimos años también se utilizan bombas de insulina, unos dispositivos que imitan a un páncreas sano, proporcionando una infusión continua de la insulina que se encuentra en un cartucho en el interior de la bomba, según la cantidad que haya marcado el paciente.
Un equipo compuesto por investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y el Hospital Universitario de Berna (Suiza) está probando un páncreas artificial que se gestionaría desde una aplicación del móvil.
Este órgano artificial tiene un sensor de glucosa que analiza la sangre del paciente y envía los datos a la aplicación del teléfono móvil con la cantidad de insulina que necesita la persona y se la administra a través de la bomba, de modo que tiene un funcionamiento autónomo.
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