En 2025, asistentes virtuales y sistemas de IA se consolidan como herramientas habituales en la vida diaria y profesional.
2025, el año en el que la IA se quitó la capa de invisibilidad
Madrid.— La inteligencia artificial (IA), cuya incursión en la vida digital fue durante años progresiva y silenciosa —en navegadores, buscadores, escritura predictiva o plataformas de recomendación dio en 2025 un salto cualitativo decisivo. Lo hizo al irrumpir de forma clara en tareas cotidianas, con una diferencia sustancial: los usuarios ahora saben cuándo la están utilizando.
La IA dejó de ser una promesa tecnológica disruptiva para convertirse en una presencia cotidiana y visible. Servicios básicos y ampliamente extendidos como el correo electrónico, las aplicaciones de mensajería, los buscadores de internet o las redes sociales incorporaron su propio “modo IA”, al que los usuarios recurren de manera voluntaria y consciente.
Este avance se produce pese a los recelos y la desconfianza que aún genera la inteligencia artificial. Estudios sociológicos y trabajos científicos advierten sobre su posible uso para difundir desinformación, cometer actos ilícitos, reproducir sesgos, afectar procesos de selección, comprometer datos personales o incluso sustituir empleos.
En el ámbito educativo, las plataformas ofrecen ejercicios personalizados y sistemas que se adaptan a distintos ritmos de aprendizaje, facilitando, entre otras cosas, la práctica de idiomas. Al mismo tiempo, la IA se ha generalizado en numerosos sectores: médicos, abogados y programadores la utilizan para recopilar información, analizar datos o preparar documentos y presentaciones.
Durante este año, el buscador Google incorporó su herramienta de IA, Gemini, como una de las opciones más visibles de su interfaz.
WhatsApp, del grupo Meta, permite desde marzo interactuar directamente con su propia IA desde la página de inicio, mientras que redes sociales como TikTok, Instagram, Facebook o X integran accesos directos que no solo recomiendan contenidos, sino que ayudan a crearlos.
Estos sistemas han perfeccionado su capacidad de aprendizaje y personalización, especialmente en plataformas de comercio electrónico y entretenimiento. Herramientas como ChatGPT, Perplexity, Grok o el asistente de Adobe apoyan ya a millones de trabajadores, contribuyendo a mejorar la eficiencia y la productividad.
El cambio más relevante del año es que este uso se realiza ahora de manera abiertamente visible, aunque persisten aplicaciones “invisibles”.
Teléfonos con escritura predictiva, navegadores que optimizan rutas según el tráfico, electrodomésticos que se ajustan a las rutinas del hogar o dispositivos que monitorizan la salud y el bienestar siguen operando en segundo plano sin plena conciencia del usuario.
A ello se suman los chatbots de atención al cliente disponibles las 24 horas, asistentes virtuales cada vez más fluidos y predicciones meteorológicas más precisas gracias al análisis masivo de datos.
Paralelamente, la IA se ha consolidado como motor de crecimiento para las grandes tecnológicas, que reportaron sólidos resultados financieros e importantes inversiones, pese a las advertencias sobre una posible burbuja en el sector.
Así, 2025 se consolida como el año en que la IA dejó de ser una promesa y pasó a ser compañera de muchas rutinas: a veces visible, otras integrada de forma silenciosa. También como el punto de partida de un debate más intenso sobre la necesidad de regularla y garantizar un uso ético y responsable.