Por Ana Paula González
Santo Domingo.- En un mercado laboral competitivo, donde carreras como Administración de Empresas parecen estar llenas de oportunidades, hay quienes se encuentran con barreras invisibles pero poderosas. Este es el caso de Vianelly Martínez, una joven de San Cristóbal que a pesar de tener una discapacidad motora, ha luchado incansablemente por un lugar en su campo profesional. Hoy nos abre las puertas de su vida y de su lucha diaria por ser vista y valorada.
En el corazón de San Cristóbal, donde el bullicio de la ciudad parece prometer oportunidades para todos, Vianelly Martínez, una joven de 29 años, enfrenta una realidad muy distinta. Graduada en Administración de Empresas, con honores de la Universidad del Caribe, Vianelly nació con una discapacidad motora que afecta su movilidad. Pero lejos de ser una limitación en su vida, esta condición ha sido un motor que la impulsa a superarse. Sin embargo, la verdadera barrera no ha sido física, sino social: el prejuicio en el mercado laboral.
«Lo más difícil no ha sido estudiar o graduarme… ha sido enfrentarme a esas personas que no ven más allá de mi condición.», dijo Vianelly. Hace tres años, Vianelly celebraba con orgullo la obtención de su título universitario. Fue una de las mejores de su clase, y llena de ilusión, comenzó a buscar empleo. Sin embargo, lo que parecía un sueño hecho realidad se convirtió en una amarga espera. Más de un centenar de rechazos le han enseñado que, aunque la ley hable de inclusión, la realidad aún tiene mucho camino por recorrer. Las empresas siguen viendo su discapacidad antes que su capacidad.
«Es frustrante. Te preparas, estudias, y luego te das cuenta de que la sociedad aún no está preparada para aceptar lo que realmente puedes aportar.», indicó.
A pesar de las dificultades, Vianelly no está sola. Sus padres, con quienes tiene una estrecha relación, la apoyan incondicionalmente. Juntos siguen creyendo que un día llegará esa oportunidad que tanto esperan, ese trabajo en su área que tanto merece.
Pero Vianelly no se queda esperando pasivamente. Con su computadora en mano, continúa formándose. Participa en cursos online y se sigue actualizando, convencida de que su momento llegará. Ella sueña con el día en que pueda demostrar todo lo que ha aprendido y aportar su conocimiento en una empresa que valore su talento.
Vianelly Martínez sabe que la inclusión no es un favor, es un derecho. Con una mirada firme hacia el futuro, asegura que está lista para demostrar que, con voluntad y visión, las puertas que hoy parecen cerradas pueden abrirse.
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