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Jóvenes católicos camagueyanos respaldan protesta en Cuba

"Sirva esta carta para hacerles llegar el sentir de este grupo de jóvenes camagüeyanos. Somos una generación formada en el seno de esta Iglesia".

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REDACCIÓN.- Jóvenes camagüeyanos muestran su respaldo al proceso revolucionario cubano.

Los cubanos protestan contra el Gobierno al grito de «¡libertad!» en una jornada inédita que se saldó con cientos de detenidos y enfrentamientos después de que el presidente Miguel Díaz-Canel conminara a sus partidarios a salir a enfrentar a los manifestantes.

Las protestas, las más fuertes que han ocurrido en Cuba desde el llamado «maleconazo» de agosto de 1994, se producen con el país sumido en una grave crisis económica y sanitaria, con la pandemia fuera de control y una fuerte escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos, además de largos cortes de electricidad.

Carta íntegra de los jóvenes católicos camagueyanos: 

Sirva esta carta para hacerles llegar el sentir de este grupo de jóvenes camagüeyanos. Somos una generación formada en el seno de esta Iglesia.

Somos hijos y nietos de un grupo de católicos que, en tiempos muy difíciles para nuestra Fe, no la escondieron en una habitación de la casa, sino que la enarbolaron en sus centros de estudio, de trabajo, en sus vecindarios; asumiendo con valentía todas las consecuencias que esto les trajo en un sistema comunista.

Rodeados del ejemplo de esos laicos, de sacerdotes y de religiosas fieles y consagradas que sostuvieron la Iglesia en horas oscuras, crecimos. Nosotros también recibimos las burlas y las agresiones de personas convocadas a ello en nuestras escuelas, solo por pensar distinto y reconocer sin miedo nuestra Fe. Pudimos resistir porque tuvimos una Iglesia que nos refugiaba y protegía como una madre; y a una madre mambisa, que ha acompañado al pueblo y sus luchas desde hace más de 400 años.

En sus templos y casas vivimos experiencias que nos construyeron y nos alentaban, con obras y no solo con palabras, a ser como Jesús y a seguirle incondicionalmente porque Él es el camino, la verdad y la vida. En la Cuba de hoy, no solo es difícil ser católico, es difícil ser cubano. Los niños que ustedes vieron crecer y formarse, son ahora esta juventud dividida geográficamente, confundida, pero aferrada a la esperanza de que mejores días hayan de llegar a nuestra Patria.

Resulta obvio que se debe hacer algo más por ello. Queremos escribir nuevas páginas en la sufrida historia de nuestro pueblo, pero no sentimos el respaldo de nuestra Iglesia, y no entendemos su silencio, se nos acaban las ideas para justificarlo. Vemos con dolor como algunos de nuestros sacerdotes son reprimidos, impidiéndoles actuar y ser coherentes con la verdad y la realidad del pueblo del que todos somos parte. Seguimos sufriendo, pero ahora solos, sin acompañamiento, sin liderazgo. La angustia nubla el juicio, no somos tan fuertes ni tan virtuosos, pero estamos. Por todo esto, con la certeza de que la madre Iglesia que nos abrazó de niños sigue estando allí, en nombre de la juventud católica cubana y en nombre de nuestro pueblo, les pedimos:

  • Abrir los templos y permitir el acceso del pueblo para que sirva como literal refugio, casa de oración y adoración a Dios especialmente en estos momentos. Que las torres de las iglesias sean el sitio donde se dirija el cubano cuando alce la cabeza.
  • Exponer la imagen de la Virgen de la Caridad en la puerta de cada templo, para que sintamos aún más fuerte la bendición y consuelo de nuestra Madre. Ella que es Madre de todos e idioma común para cada cubano.
  • Que la jerarquía de la Iglesia tome posición junto al pueblo. Acompañarlo, guiarlo y protegerlo.
  • Permitir que los sacerdotes y las religiosas cumplan su misión de acompañamiento.
  • Recordar que los pobres, los necesitados, los desfavorecidos, son los grandes protagonistas de la misión de la Iglesia. Cuba está pobre, necesitada y desfavorecida.
  • Hacer constar de todo lo que pasa en detalle a la Iglesia Universal.

Es momento de demostrar la validez del Evangelio, de poner en práctica las doctrinas sociales de la Iglesia.

“El concepto de pan no alimenta”, afirmaba nuestro nunca olvidado Monseñor Adolfo Rodríguez. Y él también decía: “En el Señor miramos con serena confianza el futuro siempre incierto, porque sabemos que mañana antes que salga el sol, habrá salido para Cuba, la Providencia de Dios”.

Hoy la sentimos más cerca que nunca. Sabemos que hacéis mucho incansablemente, pero el pueblo necesita saber explícitamente que estáis a su lado. Estamos pendientes y nos comprometemos a hacer todo lo que esté en nuestra mano por que Cuba emerja de nuevo al coro de las naciones.

Esperanzados: Osmel Antonio Fernández Landrián María Teresa López Rodríguez María De Los Ángeles Peraza Sánchez Elizabeth Peraza Sánchez María De Jesús Fenollar Anibys Fong Rodríguez José Carlos Poleo Zaldívar Claudia De La Caridad Cabrera Escalada Mónica Láncara Torres Carlos M. Padilla Morani

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